UN URUGUAYO DE OTRO PLANETA

Un compatriota dirigió el mayor radiotelescopio del mundo y después de ver el comportamiento de otras galaxias se ha permitido reflexionar sobre la estupidez humana. Señales extraterrestres, la existencia de Dios y Mujica presidente mirados por el ojo entrenado de un hincha de Peñarol, nacido en Pocitos, boricua por obra y gracia de las puestas de sol en el Caribe.

POR ANTONIO ÁLVAREZ, ESPECIAL PARA EL OBSERVADOR

En los últimos días las agencias internacionales de noticias dieron cuenta del premio otorgado por el Instituto Americano de Física correspondiente al año 2010.
El reconocimiento recayó en el astrofísico Daniel Altschuler por su contribución a la divulgación de la ciencia a nivel popular.
Durante esos días Altschuler fue comparado con Carl Sagan y con otros investigadores de primer nivel que decidieron desalambrar las tranqueras del conocimiento y poner a las ciencias en el plano de la realidad circundante.
Casi al pasar, esas notas mencionaban que Altschuler nació en Montevideo en 1944 y añadían como información adicional que durante catorce años el homenajeado fue director de Arecibo, el mayor observatorio astronómico del mundo, más conocido popularmente como “La Oreja de la Tierra”.
Altschuler no es el clásico científico encerrado en su mundo de descubrimientos. Pese a haber dedicado más de 30 años al estudio de otras galaxias, es un intelectual con los pies en la tierra, un pensador enciclopédico que escribe con autoridad y soltura sobre consumo, política y medio ambiente.
Se fue del país en los años 70 pero todavía recuerda con emoción su casa de la calle Jaime Zudañez, los paseos por la Plaza Biarritz y los goles de Peñarol relatados por Heber Pinto.
Muy lejos de la Tribuna América, Altschuler se está preparando para un viaje a Hiroshima y Nagasaki junto a su esposa. Ella irá a un encuentro de escritores y poetas por la paz. A él lo espera una conferencia en el Institute of Space and Astronautical Sciences de Japón. Con el mismo entusiasmo que emprende sus viajes estelares, Daniel Roberto Altschuler respondió a las preguntas de El Observador.

Decime qué cosas te recuerdan Uruguay.
Viví en Pocitos. Insólitamente me acuerdo de la dirección: Jaime Zudáñez 2634. Tomaba el 76 para ir a la escuela y corría mi triciclo en la plaza Biarritz, acompañado de mi abuela Dora. Después vivimos en Carrasco cuando las cosas mejoraron económicamente. Comencé a estudiar en el Crandon y luego me mandaron al Liceo Alemán. Mis padres se divorciaron. Cuando mi viejo se fue de Uruguay para Alemania me fui a vivir con mi vieja en el Prado, en la calle Buschental. De joven me hice socio del club Biguá y jugué Tenis. La preparatoria la hice en el IAVA.

Como buen uruguayo soñabas con ser futbolista ¿De qué cuadro sos hincha?
De Peñarol. Era bastante fanático y tenía un disco con los goles cantados por Heber Pinto, “el relator que televisa con la palabra”. Cuando lo escuchaba me emocionaba muchísimo. El gran Roque Gastón Máspoli era mi ídolo.

¿Cómo nació tu interés por la ciencia?
Me acuerdo que de chiquito compraba cristalería de química y botellitas con yodo y azufre y “jugaba” a ser químico en el baño de casa para “deleite” de mis viejos. En ocasiones generaba humaredas muy preocupantes. Me gustaba la geometría y el análisis matemático. En el liceo, el curso de “Cosmografía” lo daba Conrado Schneider, mi querido profesor quien ciertamente me abrió los ojos hacia el Universo.

Eras bueno en matemáticas, pero tenés inclinaciones literarias. ¿Es una falsa dicotomía lo científico y lo humanístico?
Es una falsa dicotomía teórica aunque en la práctica, por ciertos efectos de selección, muchos científicos no se interesan por las humanidades y muchos humanistas no se interesan ni entienden a la ciencia. Ya C.P. Snow en su famosa disertación sobre “las dos culturas” alertó de que esto era un grave problema “de vida o muerte” según él, y estoy de acuerdo, más cuando los gobiernos están poblados por personas de muy poco conocimiento de la ciencia en tiempos en los cuales la ciencia es fundamental para el futuro de la humanidad.

Te fuiste en Uruguay en los años 70. ¿Cómo era tu vida entonces?
En realidad me fui a Estados Unidos en el 64 para estudiar ingeniería con la idea de regresar y construir puentes metafóricos. Y obtuve un grado en Ingeniería en 1969. Pero luego decidí continuar en Física hasta un doctorado. Cuando me gradué en el 1975 me habían “cambiado el país” y yo también había cambiado. Entonces busqué hacia el sur y llegué hasta Puerto Rico, que con su Universidad y el Observatorio de Arecibo me atraían desde un punto de vista de trabajo profesional.

¿Cómo ves tu país de origen desde lejos? ¿Venís a menudo?
Cuando regreso me lleno de emociones que no sabía estaban allí, especialmente cuando camino por un bosque de eucaliptos. Cada 3 o 4 años trato de dar la vuelta. ¡Y lo que más me da placer es encontrar el mismo teléfono debajo de la escalera del mismo bar de mi juventud!

¿De qué te sirvió ser uruguayo cuando te fuiste al exterior?
Haberme criado en el Uruguay de entonces, con lo que resultó ser una muy buena educación, un país de gente culta y bien formada, y la gran fortuna de un grupo de entrañables amigos que se mantienen como los mejores, me dieron cosas que me sirvieron para defenderme en el mundo y nunca o casi nunca sentirme solo. Aprendí cosas que tienen que ver con principios, cosas que reflejan algo que adquirí y llevo dentro, como “mi autoridad emana de vosotros y cesa ante vuestra presencia soberana”, y “con la verdad no ofendo ni temo” aunque entiendo que la de Artigas es “con libertad no ofendo ni temo”. ¡Gran tragedia resultó el que unos cuantos se olvidaran de estas cosas!

Viviste los años 60 y 70 siendo un joven. ¿Te sorprende que un ex guerrillero sea presidente?
Me sorprendió y cuando ocurrió me dio alegría, me dije que somos, a pesar de ese oscuro y triste episodio histórico, un pueblo claro, que entendió que un ex guerrillero puede ser un patriota que busca el bienestar solidario, que los sentimientos pudieron ser nobles y que esos jóvenes guerrilleros eran de lo mejor que el país había parido. Muy por encima de los cobardes torturadores…

Comenzaste estudiando ingeniería y te pasaste a Física. ¿Por qué cambiaste? ¿Qué te dio la física que la ingeniería no te estaba dando?
Bueno, aunque hay solapamientos, la ingeniería es una especie de ciencia aplicada, y con el tiempo me comencé a interesar más en el por qué de las cosas y no por su utilidad. Quería entender de dónde salían muchas de las reglas y fórmulas aplicadas a la práctica de la ingeniería más que cómo aplicarlas. Eso me llevó a la idea de estudiar Física teórica. Pero luego me interesé por las cosas de grandes escalas del Universo, la Astronomía, y concluí con una tesis trabajando en el Observatorio Nacional de Radioastronomía en Virginia (NRAO) dedicada a la polarización de las ondas de radio provenientes de los cuásares y su variabilidad y así llegué a la radioastronomía.

¿Deberíamos tener más ciencia en los planes de estudio? ¿Para qué?
Claro que sí. Es la materia más importante en todos los sentidos, tanto del punto de vista intelectual como del pragmático. No es tanto el contenido específico de alguna ciencia, sino el temperamento científico, el juicio crítico, las metodologías que permiten discernir lo que es de lo que no es. Eso es fundamental y sin eso volveremos a quemar brujas y herejes.

Leí un comentario tuyo que me atrapó: “La filosofía clásica pierde sentido si uno no le hace caso a la física». ¿Qué quisiste decir con esta frase?
Lo que quiero decir es que cualquier consideración filosófica no puede ignorar el conocimiento que hemos adquirido del mundo y de nosotros. No tiene sentido pretender entender algo acerca de nuestro origen, sin considerar lo que nos dice la evolución biológica, o entender cómo pensamos sin conocer lo que nos dice la neurología del cerebro. Una filosofía que no considere lo que sabemos de las estrellas, de los planetas, de la vida, y de la mente, será una filosofía manca. No es posible separar problemas metafísicos y epistemológicos, de aquello que estamos aprendiendo acerca del funcionamiento del cerebro.

¿Cómo recalaste en el Observatorio de Arecibo?
Yo trabajaba en la Universidad de Puerto Rico (UPR) y realizaba trabajos de investigación con Arecibo. Un buen día me preguntaron si acaso me interesaría pasar un año trabajando con ellos como sub-director, encargado de la programación del telescopio. Al final estuve allí 17 años, 13 como director. Hace unos años volví a UPR.

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¿Somos «Hijos de las estrellas»? ¿Por qué titulaste así tu libro más conocido y tu blog personal? (www.hijosdelasestrellas.com)

Es que si no fuera por las estrellas que producen, a partir de Hidrógeno, todo el resto de los elementos químicos, en particular los que son importantes para la biología, no estaríamos aquí para contarlo.

En muchas notas sobre vos hacen mucho hincapié en que sos un hombre que mira hacia el espacio exterior, pero el fruto de tus investigaciones te lleva a escribir mucho «con los pies en la tierra». ¿Sentís que es una paradoja o es parte de una misma cosa?
Es parte necesaria de la misma cosa. Es necesario tener perspectiva para apreciar lo que realmente pasa aquí. ¡Qué mejor lugar para obtenerla que yéndose a otro planeta y mirar al nuestro desde allí, para darse cuenta de lo ridículo y patético que somos!
De eso se tratan algunos de los temas contenidos en mi último libro: “Extraterrestres, humanos, dioses y estrellas”, editado por Equipo Sirius – Madrid.

PESIMISMO BIEN INFORMADO

Al científico le apena que muchos de sus libros no se conozcan en Uruguay. A propósito de “Extraterrestres…”, Eduardo Galeano escribió en el prólogo una buena reseña del polifacético Altschuler: “El autor es pariente del cielo, por parte del Sol, y pariente de la Tierra, por parte de una celulita anónima que vivió hace tres mil quinientos millones de años. Desde su observatorio astronómico, él mira hacia arriba, hacia abajo y a los costados, y así va espiando los pasos de sus dos familias. En este libro, nos invita a compartir lo que ve. Vale la pena hacerle caso: este científico raro escribe con buena música, letra clara y sentido del humor. Se agradece”.
Esta familiaridad con el espacio exterior le ha servido para practicar un pesimismo militante respecto a futuro de la humanidad del cual hace gala en mucho en sus ensayos públicos.
Sin embargo, ese pesimismo con causa convive con el amor por la vida. Le permite, por ejemplo, disfrutar de una puesta de sol por partida doble: porque sí nomás, por la pura belleza (como a todos) y también porque sabe valorar los principios físicos que están en juego en el horizonte, y que permiten ese momento tan particular de recogimiento.
“Soy pesimista”, dice Altschuler tomándole el gusto a la contradicción, “pero en el último año planté siete árboles en mi casa”.
Él dice poder explicar esta supuesta contradicción existencial: Si, soy pesimista, o realista. O como dijo Benedetti, creo: un pesimista es un optimista bien informado. Pero basta mirar los problemas básicos del planeta y los humanos para darse cuenta que no vamos por buen camino. Por eso justo la importancia de pensar en el camino a seguir con la mente y no con los pies, o con lo que sea que piensan muchos de los políticos que conocemos. Plantar árboles es un acto positivo, optimista, ya que al menos uno piensa que llegará a disfrutar de sus frutos. Bueno, no creo que saber escribir música y teoría musical en algo te quite el disfrute de un concierto, pero en ocasiones lo exalta, cuando algo interesante al oído también te permite entender cómo surge o que hay por detrás. De igual manera, disfruto del arco iris por su belleza pero agregar el conocimiento de lo que es, del porqué del orden de sus colores y las condiciones para que aparezca agrega al disfrute, que efectivamente es por partida doble”.

Yo creo conocer tu respuesta pero te lo tengo que preguntar: ¿Tenés constancia de que exista algún tipo de vida extraterrestre?
ENE –O. ¡No! Y eso que en Arecibo se ha intentado interceptar alguna comunicación extraterrestre. No tuvimos éxito.

¿Es «justo» que estemos solos en el mundo?
Supongo que no se trata de justicia pero sería ridículo y soberbio de nuestra parte, o sea nada nuevo, pensar que este universo no parió nada más. También pensamos que éramos el centro del Universo, el centro de la Galaxia o al menos la galaxia del centro, y cada vez aprendimos que no era así, que no somos el centro de nada, ni especiales para nada. Este “principio de mediocridad” lleva a la idea de que no somos los únicos. Pero es una postura filosófica, podría también pensarse que somos una aberración extrema sin repetición, lo cual nos pondría en una situación aun más trágica de la que ocupamos. Claro que si no estamos solos tampoco estamos ahí al lado de otros, y claro también que los vecinos lejanos se asemejarían a nosotros como nosotros a una silla.

¿Es incompatible la idea de Dios después de ver cómo funciona el universo? ¿O es que la pequeñez nuestra es tan grande que necesitamos depositar lo que no podemos explicar en ese lugar?
Una de las ideas que nos hacen obsoletos -en las palabras de Günther Anders- es la idea de un Dios, o varios, y todos los cuentos de hadas asociados con esta antigua idea. Es entendible que los humanos creyeran estas cosas hace 3000 años, hace 2000, hace mil años, cuando sabíamos tan poco, pero hoy es una idea obsoleta y en general dañina, sin sentido, contradictoria. Menos respetable aun son todos los predicadores, apóstoles y papas que viven de la credulidad de la gente y en nombre de Dios se permiten todo tipo de actos miserables. Dios no nos perdonará nuestra estupidez.

1. UN HOMBRE CULTO

Daniel Altschuler está casado en segundas nupcias con Celia, nacida en Puerto Rico. Entre los dos tienen un hijo y dos hijas mayores de primeros matrimonios. Y además tienen en común además una hija, dos perros y dos gatos.

Hijo de inmigrantes que huyeron del Holocausto, se crió hablando alemán en su casa y español en la calle.

Su doctorado en Física lo completó en la Universidad de Brandeis en Massachussets luego de lo cual hizo estudios posgraduados en la Universidad de Maryland.

En el 1981 fue nombrado catedrático en el Departamento de Física de la Universidad de Puerto Rico, en Río Piedras, y en 1991 fue nombrado director del Observatorio de Arecibo cargo que ocupó hasta el 2003.

Fundó y dirigió la Oficina de Divulgación Científica del Observatorio por tres años. Bajo su dirección se construyó en el Observatorio un museo, que ha sido visitado por más de un millón de personas. En el 2005 fue nombrado presidente de al sección de Ciencias del Ateneo Puertorriqueño. En el 2006 ocupó la cátedra UNESCO del patronato Sur Norte de la Universidad de Valencia.

Su obra “Hijos de las Estrellas“, publicada por Akal (Madrid) y por Cambridge University Press fue traducida a varios idiomas. Es coautor de la obra “Ciencia, Pseudociencia y Educación” escrita junto con Joaquín Medín y Edwin Núñez, publicada en el 2004 (segunda edición 2007) por Ediciones Callejón de Puerto Rico. Su más reciente libro “Mokita en blanco y negro“, editado por Foca (Madrid) ha sido muy bien acogido por la crítica.

En alguno de sus libros el autor se definió así “He estudiado mucho, aprendido alguna que otra cosa y olvidado casi todo, lo que es equivalente a decir que soy culto”

2. JAMES BOND, CUÁSARES Y UN
MONUMENTO A LA CURIOSIDAD

La participación de Altschuler como director del Observatorio de Arecibo (1991-2003) fue decisiva para que el Instituto Americano de Física le diera el premio correspondiente a 2010.
“El Observatorio como instrumento científico es insuperable, un radar planetario único, una sensibilidad también única, resultado del gran tamaño de su reflector primario. Es un monumento a la curiosidad humana”, define el científico uruguayo.
Entre otras curiosidades, el imponente observatorio –de 10.000 pies cuadrados- sirvió no sólo a la ciencia astrofísica, sino también a otro tipo de estrellas: las que viven de Hollywood. Los ingeniosos productores de cine encontraron futurismo real y glamour en la locación portorriqueña.
“En el observatorio se filmaron Goldeneye de la serie Bond y también Contact. Ver la filmación fue tan divertido como observar cómo se seca la pintura de una pared”, ironiza Altschuler.
Entre película y película, trabajó sobre variabilidad de cuásares y núcleos activos de galaxias. Luego se interesó por el hidrógeno neutro.
Curiosamente, el premio del Instituto Americano de Física adquirió más valor afuera que adentro de la comunidad científica. Tuvo más que ver con el instinto popular que con sus consagrados trabajos astronómicos.
Altschuler lo recuerda así: “Cuando me incorporé al Observatorio me di cuenta que era una isla dentro de la isla. Los que trabajaban allí poco interés tenían en la gente, y la gente no entendía mucho de lo que allí pasaba. Así propuse la idea de crear un museo para los visitantes. Al principio los de adentro se opusieron: que cuanto iba a costar, que iba a ser una distracción, que no era nuestra función, etcétera. Al fin y al cabo me nombraron director y hice lo que pensé era correcto y propio. Buscamos fondos externos para sufragar los trabajos que ascendieron a unos tres millones de dólares. Ahora hasta me dan un premio por eso, y los que se opusieron me felicitan…apretando los dientes, claro”.
El resultado de este esfuerzo tiene un resultado mensurable, como le gusta a los científicos: todos los años más de 100.000 visitantes pasan por el auditorio “Angel Ramos” del Centro Nacional de Astronomía e Ionosfera (NAIC)

3. DICCIONARIO ESPAÑOL-GALÁCTICO

HIDRÓGENO NEUTRO. Átomos de hidrógeno en el medio entre las estrellas en las galaxias que por naturaleza emiten radiación que se puede detectar con el instrumento de Arecibo

PÚLSAR. Los pulsares son las tumbas que marcan lo que una vez fue una estrella de gran masa. Al morir en un estallido supernova lo que queda es un centro de altísima densidad en rotación que emite dos haces de radiación. Al girar el pulsar (una estrella de neutrones), al igual que la luz de un faro, recibimos pulsos de radiación, cada fracción de segundo.

CUÁSAR. Es una fuente astronómica de energía electromagnética, incluyendo radiofrecuencias y luz visible. Se cree que son núcleos activos de galaxias jóvenes

4. NO ME VENGAN CON LA ASTROLOGÍA

¿Cómo preguntarle a un astrónomo sobre astrología sin irritarlo? ¿La vida de las personas se rige por el movimiento de los astros?
Altscuhler responde por su propia experiencia con más allá de la atmósfera terrestre:
«Simplemente -dice-no hay forma que pueda haber una “influencia astrológica” sobre nosotros y que pueda hacer una diferencia sobre nuestra personalidad y destino dependiendo de la posición del Sol y los planeta al momento del nacimiento, momento que además no es un momento. En cualquier relación de causa y efecto, si la causa no cambia el efecto tiene que ser el mismo. Todas las estrellas son la misma cosa: gigantescas esferas de gas (mayormente hidrógeno y helio). Difieren unas de las otras en la cantidad de gas – su masa – que determina la luminosidad. De lo anterior podemos concluir que si las estrellas tienen un “efecto astrológico” entonces todas lo tienen, aunque podríamos esperar que para unas fuera más intenso que para otras.
Por otro lado, si tuviéramos un millón de estrellas en un cierto sitio y un millón en otro sitio, de tal forma que estadísticamente no se diferenciaran en nada (del mismo modo que no hay diferencias entre dos grupos de mil personas escogidas al azar de una población), entonces el “efecto astrológico” de los dos grupos de un millón de estrellas debe ser idéntico.
Ahora, ¿Cuál es la diferencia cuando el Sol se encuentra en Tauro o cuando se encuentra en Virgo? La única diferencia es que las millones de estrellas en la dirección de Tauro son otras que las millones en la dirección de Virgo, pero no hay otra diferencia, no difieren en su distribución espacial ni en sus propiedades globales o individuales. Y si no hay una diferencia entonces tampoco pueden tener un “efecto astrológico” que afecte de manera diferente los rasgos de personalidad o el destino de personas que hayan nacido cuando el Sol se encontraba frente a Tauro o frente a Virgo.