Las dos verdades sobre Botnia

Para el principal referente técnico de Gualeguaychú, el bioquímico Carlos Goldaracena, los impactos negativos de Botnia se verán en diez años.

El asesor del gobierno uruguayo, ingeniero Cyro Crocce, dice los niveles de emisión de la planta están 50.000 veces por debajo de los índices permitidos por los estándares internacionales para asegurar la salud de la población, así como la fauna y flora local.

Este es el verdadero debate detrás del conflicto político entre Uruguay y Argentina.

 POR ANTONIO ÁLVAREZ, ESPECIAL PARA EL OBSERVADOR

1. BOTNIA CONTAMINA  

Para la Asamblea Ambiental de Gualeguaychú, los efectos de Botnia (hoy UPM) recién comenzarán a verse en la próxima década, cuando el daño sea permanente e irrecuperable. Lo dice el bioquímico Carlos Goldaracena, principal referente técnico del movimiento social que realiza el corte de ruta en arroyo Verde. Para Goldaracena, los datos de Botnia son concluyentes en cuanto a los vertidos problemáticos. Y destaca tres: 600 kilogramos de nitrógeno, 60 de fósforo y 450 de compuestos orgánicos halogenados. “Los tres afectan seriamente la salud”, dice. El río Uruguay no podría manejar esta carga extra de una pastera con un volumen mayor a la producción de todas las fábricas que existen en Argentina.

“Las 10 plantas que hay en Argentina producen juntas 600.000 toneladas de pasta de celulosa. Botnia produce más de un millón y está anunciando una producción de tres millones anuales para los próximos años”, dice el vocero. «Solo hay cuatro plantas en el mundo como Botnia. El río Uruguay no tiene el volumen para soportarla”, agrega.

Según Goldaracena, el lado argentino resultó especialmente afectado por la ex Botnia. Todos coinciden en que las emisiones atmosféricas llegan a los 60 kilómetros. Gualeguaychú –situada a 27 kilómetros de la costa– y el balneario Ñandubaysal ya sintieron los primeros efectos.

El experto cree que el método Kraft, empleado por Botnia para la fabricación de pasta de celulosa (con dióxido de cloro) es altamente contaminante, especialmente en una locación como Fray Bentos. “Es la primera pastera de este porte que vuelca sus desechos en un río. El Uruguay es un río muy particular, de bajo volumen, que presenta un fenómeno a tener en cuenta: 100 días al año corre hacia el norte, y no hacia el Río de la Plata. O sea, impediría el drenaje de los efluentes hacia el Río de la Plata”.

La asamblea de Gualeguaychú cita como prueba un estudio de la Universidad estatal uruguaya, y la carta abierta de 50 científicos que alertaron sobre los peligros de las pasteras. Goldaracena coincide con estos diagnósticos y agrega que los efectos en el río se verán a partir del quinto año y sobre la salud de las personas en 10 años o más.

Para Gualeguaychú, las autoridades ambientales uruguayas fueron algo más que permisivas con Botnia al habilitar su instalación en el más inconveniente de los cuatro lugares establecidos a priori.

En la versión de los asambleístas, hubo planes de instalar la pastera en Río Negro, Colonia y Rocha.

Goldaracena cree que La Paloma hubiera sido un mejor lugar, pese a que el agua salada necesita de procesos especiales, lo que encarecería la producción. “Es una prueba que las pasteras contaminan y dan mala imagen. El gobierno uruguayo desestimó La Paloma pensando en el turismo de Punta del Este”, sostiene Goldaracena.

La asamblea ambiental no ha podido desarrollar estudios propios sobre las emisiones de Botnia. Se basa en los análisis de la Dinama uruguaya, y en los antecedentes llevados a cabo por la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU). Uno de los principales asesores de Gualeguaychú fue el representante argentino ante CARU, Elías Mata, quien fue gerente de varias pasteras.

El único análisis propio que se pudo desarrollar es el de una mancha aparecida en el río en febrero de 2009. De acuerdo a Goldaracena, además de algas presentaba componentes químicos: nonilfenoles e hidrocarburos. Para el experto eso fue ratificado por un informe de noviembre de 2009 realizado por el Laboratorio de Química de la Universidad de La Plata, que arrojó pruebas de que la planta emite nonilfenol en el río. El nonilfenol es una sustancia prohibida en Europa desde 2005, dado que “está comprobado que en altas dosis puede alterar el sistema hormonal de mamíferos y peces”.

Goldaracena dice que medir parámetros en forma disociada aplazará una toma de conciencia sobre los perjuicios para la salud por parte de la ex planta de Botnia.

Según él, ya existen pruebas de que el río sobre Fray Bentos presenta cinco veces más cantidades de dioxinas y furanos –componentes clorados que en situaciones extremas son causantes de cáncer– que frente a las costas de Concepción del Uruguay.

“Botnia hablaba de cantidades no detectables. No detectables es una afirmación poco científica. No detectable depende del método de medición”, opina el bioquímico.

Dice que el daño comienza a ser irreversible ya que se trata de materiales que “se van bioacumulando”. “Botnia dice que no iba a producir dioxina, pero al mismo tiempo la Dinama le autoriza emisiones de 160 miligramos diarios. Ya se han encontrado estos materiales en sábalos y en otros peces”, explica.

A los asambleístas les preocupa el material particulado –metales pesados, compuestos orgánicos clorados– que llega desde la planta. Las condiciones atmosféricas de la zona indican que 40% de esas emisiones caen sobre la ciudad.

Los episodios de olor se registran una o dos veces por mes y no siempre llegan hasta Gualeguaychú, aunque allí recuerdan el 26 de enero de 2008, cuando unas 500 personas fueron atendidas por los servicios médicos locales por reacciones alérgicas y ardor en las vías respiratorias.

   
Perfil del referente científico

Carlos Goldaracena es bioquímico. Es profesor de la cátedra de Toxicología Aplicada de la Universidad Nacional de Entre Ríos y profesor en la Licenciatura de Gestión Ambiental en la Universidad Autónoma de Entre Ríos.
Es el primer referente técnico de la Asamblea Ciudadana Ambiental de Gualeguaychú. Se incorporó al equipo de trabajo del movimiento poco tiempo antes de que Botnia comenzara a construir la planta en 2005.Goldaracena participó en la recopilación de las pruebas contra Botnia, y realizó estudios de impactos económicos y naturales en la región a causa de la actividad de la pastera.
   
No al control compartido

Goldaracena no cree posible un control ambiental conjunto entre Argentina y Uruguay por la acción de Botnia. “Yo voy a hacer un planteo concreto en las asambleas. No creo que sea la solución si partimos de la base de que la planta va a causar un daño irreparable al río Uruguay y a la vida de todos nosotros. ¿Qué vamos a controlar? ¿Lo malo que se esté haciendo? No quiero que eso pese en mi conciencia”.

¿29 casos de cáncer al año?

Los ambientalistas de Gualeguaychú suelen nombrar seguido al investigador chileno Leonidas Carrasco Letelier, quien trabaja en la Universidad pública uruguaya y es autor de un trabajo que aún hoy es considerado una biblia en Gualeguaychú.
Goldaracena menciona proyecciones realizadas por el bioquímico chileno en base a modelos matemáticos. Según el trabajo, una población de 80.000 habitantes –como Gualeguaychú– podría sufrir 29 casos adicionales de cáncer al año.
El estudio era un ejercicio en un curso de la Facultad de Ciencias. Pero los datos fueron objeto de correcciones por parte del grado cinco de la Facultad de Química, Oscar Ventura. El propio Carrasco reconoció los errores en el rango de algunas variables. Para entonces la información estaba en Internet y las correcciones quedaron sepultadas debajo de anuncios alarmistas.
   
¿Y por casa cómo andamos?

El bioquímico Carlos Goldaracena reconoce que Argentina tiene sus problemas con las pasteras de Misiones que son contaminantes.
“No estamos negando este problema. Pero no podemos mirar estas plantas de pasta de celulosa con los mismos ojos que a Botnia. Estas plantas tiene más de 30 años, y son anteriores a las nuevas tecnologías”, explica Goldaracena.
“Son pasteras de 100.000 toneladas y el Paraná es mucho más caudaloso que el Uruguay. No caben las comparaciones. Es cierto, es un desastre, pero es un desastre distinto al que va a causar Botnia”.
Los agroquímicos son un problema en Entre Ríos y la comunidad mantiene diferencias con la gestión ambiental en el parque industrial de Gualeguaychú.
Óscar Ventura, especialista de la Facultad de Química de la Universidad de la República, denunció que las industrias en Gualeguaychú tienen emisiones 900 veces más grandes que Botnia. Ventura se basó en un informe secreto de “saneamiento de la cuenca del río Gualeguaychú”, del laboratorio de control ambiental de Concepción del Uruguay.
Allí se demuestra que las emisiones de DBO (demanda biológica de oxígeno) de las plantas del parque industrial son 10 veces superiores en masa a las que efectúa la planta de Botnia.

2. BOTNIA NO CONTAMINA

«El río Uruguay ni siquiera registra la actividad de Botnia durante estos dos años y medio. Es como si no hubiera estado ahí”. Las expresiones pertenecen al ingeniero químico Cyro Crocce, principal referente de la Dinama
Crocce estuvo desde el principio en el complejo monitoreo de Botnia, el cual comenzó un año antes de la construcción de la fábrica. Estos datos constituyeron la línea de base sobre la cual se comparan los actuales niveles de emisión.

Estos estudios se realizan on line sobre la base de colocación de sensores en lugares estratégicos como la chimenea, o la entrada del emisor subacuático. Desde allí parte la información compartida a las computadoras de Dinama y de la empresa.

¿Qué se mide? Los estudios involucran el agua superficial y profunda del río Uruguay, que sobre Fray Bentos alcanza los 14 metros. También se analiza la biota terrestre y acuática, las emisiones de aire, del suelo, y se tienen en cuenta los aspectos sociales.

Cada indicador tiene sus períodos de análisis. En la etapa pre-operativa, los análisis de agua se realizaban todos los meses. Ahora las tomas se llevan a cabo cada dos meses. El monitoreo de sedimento es cada cuatro meses y el de biota (fauna y flora) es anual

“Botnia definitivamente no contamina”, asegura Crocce. Pero los asambleístas de Gualeguaychú dicen que Botnia contamina.

En el corte de ruta de arroyo Verde se puede leer un cartel que establece un cóctel que, dicho del modo siguiente, parece mortal.

La versión de Gualeguaychú: “Botnia nos contamina diariamente con 60 kg de fósforo; 86 kg de compuestos clorados; 190 kg de compuestos reducidos de azufre; 430 kg de compuestos orgánicos clorados (dioxinas, furanos, etcétera.); 600 kg de nitrógeno; 924 kg de dióxido de azufre; 1.037 kg de material particulado; 2.000 kg de demanda bioquímica de oxígeno; 2.590 kg de emisiones volátiles; 2.900 kg de sólidos en suspensión; 3.364 kg de óxido de nitrógeno; 4.838.000 kg de gases de efecto invernadero; 43.000 kg de demanda química de oxígeno”.

El asesor de Dinama no parece sorprendido por las cifras.

“Tiene una forma de presentación muy tremendista, pero no lo es. Tendría que chequear las cifras, pero no es un disparate. Se podría presentar una cosa parecida sobre las panaderías de Gualeguaychú o sobre las emisiones de transporte colectivo. No es información falsa, pero induce a error”.

Crocce explica que las cifras no explican nada en sí mismas. Son parámetros de medición que hay que compararlos con los valores permitidos por ley.

“Si me pregunta si hay contaminación, definitivamente no. ¿Hay modificación del medio ambiente? Es obvio que sí. Pero es inmedible. Y aunque fuera medible podría decir que no contamina. Contaminación no es la palabra. La palabra es impacto. Hay parámetros básicos y sobre ellos se mide si el impacto es positivo o negativo”, señala.

Agua a 30 grados. Crocce pone el ejemplo del impacto del fósforo en el río. Gualeguaychú denuncia 60 kilos de fósforo vertidos por Botnia al día, cuando en el río Uruguay pasan por un mismo punto miles de kilos de fósforo. Inclusive la variación puede ser de miles entre una jornada y otra. “El fósforo se usa para los fertilizantes y en algunos pesticidas. Pero no es un tóxico en sí mismo. Es sí un indicador de actividad orgánica”.

Sobre los gases de efecto invernadero, Crocce quiere hacer una precisión: “Botnia tiene bonos de carbono negociables. Es decir, que debe atrapar más gases de los que emite. El dióxido de carbono va a los árboles, los árboles van hacia la planta de Botnia; en Botnia la mitad del árbol es para papel y la otra mitad va a la caldera, desde donde se emite nuevamente como dióxido de carbono”.

Algunas cifras denunciadas están bien, pero se explican solas. Botnia utiliza 1.000 litros por segundo y es correcto, según Dinama. Lo que sucede es que el caudal medio del río Uruguay a esa altura es de 5 millones de litros por segundo. “Y además Botnia usa 1.000 pero devuelve 860. La diferencia se evapora”, agrega.

El técnico de Dinama descarta que la actividad de la fábrica haya matado la flora y fauna circundante. Según él, no es cierto que el calentamiento del agua por acción de la papelera cambie el medio ambiente. Hasta el momento la empresa cumplió los objetivos de no generar temperaturas superiores a los 30 grados centígrados.

Los estudios sobre la salud de la población tomaron en cuenta los fenómenos atmosféricos en la zona (dirección de vientos, radiación solar, etcétera) para analizar lo que iba a pasar cuando hubiera emisiones. Según los últimos estudios, los niveles están muy por debajo del primer umbral de afectación que establece la Organización Mundial de la Salud. Esto supone alergias, rinitis y problemas de salud atribuibles a las emisiones.

Para Dinama la experiencia de Botnia salvó con honores este examen. Los valores de afectación a la salud están 50.000 veces más bajos que los parámetros internacionales, asegura Crocce. Los episodios mensuales de olor tampoco fueron un problema: “En este período no sobrepasaron las 20 horas al año, que era el parámetro que nos habíamos propuesto”.
   
.La verdad y la mutación de los rotíferos

Cyro Crocce es ingeniero químico y participó de las sesiones de La Haya como asesor del estamento técnico de la delegación uruguaya conformada también por un grupo político y diplomático.
Reconoce que cuando era un estudiante nunca imaginó que iba a terminar metido en semejante litigio internacional.

“Para los científicos la verdad es una sola. Pero en los tribunales como La Haya, la verdad es mucho más compleja. Y hasta se admite que el otro haya dicho cosas que no son ciertas para destrabar una situación. Realmente es un aprendizaje”, cuenta.

“Tuve que estudiar de todo, desde geología hasta logística. Y se lo debo a Gualeguaychú”, apunta Crocce con apenas un dejo de ironía.

Cuando le preguntan cuál es su mayor desafío, no pierde el humor. Durante los preparativos para la cumbre, tuvo que meterse de lleno en la apasionante mutación de los rotíferos del río Uruguay. Según Argentina, estos microorganismos eran una prueba contundente de la acción contaminante de Botnia.

 «Hay lugar para una papelera más»  
Crocce, asesor de Dinama, no tiene dudas: hay lugar para una papelera más en el río Uruguay.
“Los estudios se hicieron pensando en dos vertidos, el de Ence y el de Botnia. Por eso es razonable que los estudios estén dando mucho mejor de lo previsto”, explicó el ingeniero.

Crocce se aferra a los estudios que ya se realizaron. En caso de que hubiera nuevos proyectos, Dinama debería reiniciar el ciclo de trabajo que empezó hace seis años cuando comenzaron a solicitarse permisos para la instalación de plantas de celulosa.

“Se estudió la planta de 600.000 toneladas en Mbopicuá y era viable. También lo era la planta de Punta Pereira de un millón de toneladas. Es decir, hay lugar para una planta más en el río Uruguay. Pero si hubiera nuevos emprendimientos, habría que comenzar nuevos estudios”, concluyó.

3. Los datos de UPM-Botnia

Empleados de UPM
En total entran a la planta unas 800 personas por día a brindar un servicio, entre la cadena de producción e ingreso de madera. Se cuentan casi 500 de UPM, Kemira y Andritz que trabajan en producción.
Trabajo en forma indirecta
El empleo generado en forma indirecta comprende a unas 4.000 personas.
Oriundos o de la zona
El 99% de los trabajadores son uruguayos, 78% son del interior y 23% son del departamento de Río Negro.
Responsabilidad social
Los últimos datos de 2009: 54 proyectos llevados adelante, 30.000 personas beneficiadas, 18 proyectos ejecutados en Fray Bentos, 36 proyectos llevados adelante en otras comunidades.
Contribución de Botnia-UPM al PBI uruguayo en estos tres años
Cercano al 2% del PBI.
Control de la empresa por parte de UPM
Desde diciembre de 2009,UPM tiene el 91% de las acciones de UPM Fray Bentos y el 9% pertenece al Grupo Otegui. Asimismo, tiene el 100% de las operaciones de Forestal Oriental

¿Y ahora qué, Gualeguaychú?

 

Por Antonio Alvarez
El martes, mientras se emitían imágenes desde La Haya, conversaba con unos de los más antiguos militantes de Gualeguaychú en Arroyo Verde.
Me contaba que hace unos meses aparecieron muertas miles de mariposas en las afueras de la ciudad. La primera sensación fue la de culpar a Botnia.
Parecía una gran historia para este macondo en el que se ha convertido Arroyo Verde.
Pero como decían los viejos editores de diarios, no dejes que la verdad impida una noticia interesante.
Botnia ha sido culpable de casi todo lo que pasa a ambos lados del puente San Martín.
De hecho, la planta finlandesa es culpable “hasta de los embarazos no deseados de Fray Bentos”, comentó con cierta ironía Sandra Dodera, la principal defensora local de la pasta de celulosa.
Esta semana el ingeniero químico Cyro Crocce de Dinama volvió a contarme la historia de las mariposas muertas en Gualeguaychú como una forma absurda de psicosis ya instalada en Entre Ríos.
Al parecer las mariposas habían muerto por el efecto de los agrotóxicos, pero nunca hubo nuevas versiones de la noticia.
Los portales regionales se enfocaron en nuevos temas y la historia quedó ahí, flotando en el aire irrespirable de estos días en la ruta 136.
El corte de ruta situado en el kilómetro 28 de la ruta 136 es una entidad que está por encima del conflicto. Cuando uno viene desde Gualeguaychú, un cartel oficial institucionaliza la situación: a 5.000 metros corte de ruta.
Arroyo Verde es un estado dentro del estado. Hace varios meses instalaron una barrera de hierro al mejor estilo de una aduana que funciona con las reglas y el criterio según el humor de turno
Esto no se arreglará con empatía y conversaciones diplomáticas. Ni siquiera con el levantamiento del piquete por la fuerza.
No será fácil desanudar el microclima que se ha creado en Gualeguaychú en estos años.
La ciudad está tapada de carteles contra Botnia. Botnia significa piratería, genocidio.
Los niños en las escuelas dibujan la planta física de la pastera como un horrible monstruo. Yo he tenido la oportunidad de ver estos dibujos escolares.
Hace dos años presencié una asamblea ciudadana ambiental integrada jovencitos que no llegaban a los 15 años. Estas reuniones se organizaron pensando que el conflicto trascenderá a las generaciones.
Cuando uno habla con los principales referentes de la protesta entiende que existe un discurso ideológico antiglobalización que ha prendido fuerte en la población.
José Pouler, uno de los dirigentes históricos, cuenta que para él este empuje de las industrias europeas hacia América Latina es comparable al Plan Cóndor, la acción militar coordinada que procreó las dictaduras en los años 70.
No hay esperanzas en el control ambiental conjunto. Pouler no es un hombre que cree  en la ciencia ni en los científicos. Según me ha contado, los científicos no garantizarían jamás el control compartido que necesitaría Botnia. No es un problema de que sean malas personas, me dijo. El problema es que a los científicos “les lavan la cabeza” durante las becas en el extranjero. “Les dicen que las industrias son necesarias”, me dijo en más de una ocasión. “Son beneficios que usufructúan con el financiamiento del gran capital internacional. Después, lógicamente, no los pueden rechazar”.
Muchos de estos razonamientos son compartidos por los principales referentes de Gualeguaychú.
Después del fallo en la corte internacional algunos de los referentes se encuentran en una posición incómoda.
Se preguntan qué van a decir en la asamblea ampliada del 2 de mayo, cuando haya que marcar las posiciones tras esta especie de acuerdo tácito entre los gobiernos de Uruguay y Argentina respecto a que estamos en un “cero a cero y pelota al medio”.
Todo parece indicar que el corte de ruta no será levantado. Se lo pregunté al moderado Pouler, se lo pregunté a Jorge Fritzler, líder del ala más dura. Ninguno de los dos tiene posición tomada. Fueron hasta coincidentes en afirmar que sólo opinarán cuando puedan palpar el clima interno de la asamblea.
Es que así se han manejado las cosas en Gualeguaychú. Sus líderes se dejan llevar por la intuición, por el olfato popular, y no por un análisis de la realidad.
Levantar el corte de ruta puede insumir unas horas del trabajo de una buena cuadrilla de obreros.  Sin embardo, el problema es bastante más complejo.
La pregunta es cómo los entrerrianos restablecerán su vida, su tenso tejido social, cómo se rescribirá la historia para que los más jóvenes puedan seguir adelante sin mirar con recelo lo que pasó.
Uno se pregunta cómo convivirá Gualeguaychú con la derrota.
Pocos ya recuerdan que el movimiento nació de la crisis 2001-2002, y es hijo de tiempos de inestabilidad política y rabia desenfrenada.
Un poco gracias a la indignación colectiva una mariposa aleteó en Entre Ríos y desató una rebelión ciudadana de proporciones.
Ahora que la mariposa está agonizante, no hay a quién culpar.
Las grandes mayorías en Gualeguaychú ya están buscando responsables.
Botnia –el avasallante monstruo global- seguirá humeando en el horizonte

Fray Bentos no cree en lágrimas

En Fray Bentos no habrá un acto público para seguir la sentencia final en La Haya. Sólo la Asociación Comercial de Río Negro convocó a sus socios para mirar la tele y luego debatir los efectos del fallo del tribunal internacional.

POR ANTONIO ÁLVAREZ

 Si hay algo en Fray Bentos que no está en tela de juicio es Botnia.

Ahora podrá llamarse UPM Kimmene, pero para todos sigue siendo Botnia.

Botnia es la entidad que le ha dado un sentido a estos restoranes, a estos bancos en las mejores esquinas de la ciudad, a más de 40 nuevas empresas que se han creado en estos tres años, a los nuevos supermercados y los colegios bilingües.

Todo lo demás va y viene. Ya lo saben los fraybentinos desde que hace 30 años los británicos se fueron con el corned beef a otra parte.

Todo lo demás va y viene. La prosperidad, la pobreza, e incluso el chovinismo que se respira del otro lado del río.

Ayer al mediodía el Comité Patriótico de Río Negro recordó el 19 de abril con desfile militar y policial, junto escolares y algunas (pocas) fuerzas vivas.

 En la plaza están todas las autoridades. El intendente, el jefe de Policía, el comandante del cuartel local. La banda militar se esmera tocando “Mi bandera” en  una versión desinflada, casi de supermercado.

Cualquiera hubiera pensado que la reafirmación de la bandera era un justo homenaje a la resistencia fraybentina a los cortes de ruta organizados por Gualeguaychú.

Pero no. La banda se calló, o se cayó, vaya uno a saber, y ahora suena Dire Straits, por extraño que parezca. Le pregunto a Leticia, una joven madre que está con su hijo en el acto si no es significativo este aire solemne a 24 horas del fallo.

“Aquí nadie da bolilla a lo que pase en La Haya. ¿Qué nos pueden decir a nosotros unos señores que usan peluquines y están a 20.000 kilómetros de acá? La verdad, nada”.

En Fray Bentos, Botnia quiere decir solución, una salida económica, algo en lo que ya ni se piensa porque está incorporado al paisaje y a la vida.

Una mayoría silenciosa ha acompañado los tres años del proceso de Botnia casi sin decir nada. Apenas alguna flemática manifestación pública a pedido del intendente, en contraste con las enormes pasiones que despertó la construcción de la planta del otro lado del río.

Botnia dio mucho al producto bruto pero también desató fuertes costuras entre una y otra orilla.

Fray Bentos y Gualeguaychú son una misma etnia, una misma geografía,  un paseo corto inevitable para los fines de semana.

Para Fray bentos, Gualeguaychú suponía los mismos bailes, una televisión compartida, una misma forma de hablar, de entender la vida al costado del río.

Sin embargo, esos árboles genealógicos fueron convertidos en celulosa, y sólidas amistades sólidas terminaron descompuestas por las supuestas amenazas del ácido sulfhídrico.

 

HERIDAS SIN CURA

Nadie cree en Fray Bentos que un fallo internacional vaya a curar esas heridas mañana mismo.

“Van a tener que pasar varias generaciones hasta que podamos ser los que fuimos”, dice Sandra Dodera, la principal defensora de Botnia en la comunidad fraybentina.

¿La recuerdan? Dodera tenía 27 años en 1992 cuando fue la líder de la mayor huelga policial de la historia uruguaya. Dieciocho años después, dejó de ser la esposa de un modesto policía para reinventarse como influyente comunicadora. Desde “La Fraybentina” ha apoyado a Botnia con la voluntad de un talibán, sin medias tintas.

En los últimos años su trabajo también se extendió a la radio y la televisión en el canal 12 local.

Sandra llega sobre las 14 horas para su programa radial en FM Visión. Cualquiera puede verla ya que el estudio tiene un enorme ventanal que da a la calle 18 de julio.

Llega apurada en su viejo Peugeot de los años 80 tapizado de inscripciones políticas.

Dodera, como casi todos los actores pro y anti Botnia, se ha lanzado a la carrera electoral en las municipales. Su lista es la 119 y apoya la reelección del intendente Omar “Tufi” Lafluf.

Afuera la esperan algunos admiradores. Le piden listas. Dodera se disculpa, pero lo único que tiene para ofrecer son libros. Lo que lleva bajo el brazo lleva una dedicatoria de Lafluf: “No sé si decirte Sandra o sobrina…”

Sandra cuenta que ella siempre fue batllista, pero decidió apoyar a Lafluf luego de estos tres años de militancia a favor de Botnia.

“Estoy haciendo una campaña con un  préstamo de 500 dólares. Necesito mil votos para ser edil. Sinceramente no creo que salga”, señala.

El operador de la radio le avisa que sale al aire.

-Hola mis amores!!!- dice Sandra Dodera y empieza su liturgia antipiquetera. Como saben, mañana va a ser un día como cualquier otro. Ellos no se van a ir Arroyo Verde. Acá lo único que se va a saber es si Uruguay violó o no el Tratado del río Uruguay”.

Después, habla de “estos señores” para referirse a José “Pepo” Pouler y Jorge Fritzler a quien ella llama “Trotil” a causa de sus explosivas  amenazas.

“Claro que les hablo a los piqueteros. Yo sé que ellos me escuchan”, explica.

Sandra ha recibido amenazas de muerte desde Gualeguaychú y es el tótem de los asambleístas para referirse al demonio que habita a los fraybentinos.

Los bardos anti Botnia se han ocupado de ella. En Arroyo Verde le han varias dedicado canciones burlonas que han sido hits en las FM locales. Hasta le jaquearon la página web en varias ocasiones, según dice.

En 2003, cuando comenzaron los primeros sondeos de Ence, Dodera decidió crear el Modesa, un movimiento para informar a los fraybentinos sobre el modelo celulósico.

Su militancia le ha generado serias acusaciones de corrupción. Ella es consciente que la consideran una mercenaria al servicio de la empresa.

Sin embargo, dice no haber recibido un peso de ninguna empresa.

Por el contrario, Botnia puso algunos pocos avisos de 1.200 pesos en su página web. Sandra dice que ni  siquiera aceptó la invitación de ir a Finlandia porque tiene pánico a los aviones.

Le pregunto cómo sabe que la planta no va a contaminar. Ella responde: “porque es un emprendimiento serio. Aquí se ha tratado de hacer culpable a Botnia de todo, incluso de los embarazos no deseados de las mujeres de esta ciudad”

Del otro lado de la ciudad y de la vida, la docente Delia Villalba se acuerda de Sandra Dodera. “Esa mujer ha dicho de mí cosas horribles. Hasta que me fui de paseo a Europa con la plata de unos campos que le vendí a Forestal Oriental”, cuenta sonriente.

 Fue candidata a la vicepresidencia por el grupo ultraizquierdista Asamblea popular. Pero sobre todo hoy la profesora de literatura es conocida como la principal aliada local de Gualeguaychú. “Allá me consideran una heroína. Sus líderes siempre me consultan”, dice.

Como casi todo Fray Bentos, Delia tiene familiares que no piensan como ella.

En la presentación del puerto de Mbopicuá de la empresa Ence, Villalba estaba en primera fila gritando detrás de los alambrados de la compañía española.

Cuenta la leyenda que mientras ella despotricaba contra el gran capital internacional, su hijo, el locutor y periodista Daniel Bianchi, presentaba a las autoridades ante la opinión pública. “Y sí, estamos en Uruguay. Somos un pueblo chico. En casa hemos tenido discusiones tremendas, pero siempre con respeto”, asume Delia.

Como casi todos los protagonistas del “debate Botnia”, Delia se ha transformado en importante capital político.

Actualmente es candidata a la Intendencia de Soriano, el lugar donde nació hace 75 años.

Delia nota que después de algunos años de ser una figura polémica, muchos la comienzan a ver como alguien con ideas premonitorias.

“Al principio recibía algunas agresiones verbales, pero nada más. Hoy noto que se me trata con más respeto. A lo mejor porque se dan cuenta que yo decía la verdad”.

UN LEGADO POLÉMICO

El legado de Botnia sigue siendo polémico por más que ha dejado casi 400 empleos muy bien pagos en la zona, y probablemente más de 2.000 puestos en forma indirecta.

El presidente de la Asociación Comercial de Río Negro, Leopoldo Cairús, se fundió con Botnia. El corte de arroyo Verde lo obligó a cerrar su tienda multiservicio en el puente Fray Bentos – Puerto Unzué.

El gobierno apenas subsidió la tercera parte de su deuda, y debió reinventarse como comerciante en negocios rurales para sobrevivir.

Sin embargo cuenta que decenas de comerciantes locales se enriquecieron gracias a Botnia, especialmente en rubros como estaciones de combustible, hotelería y servicios alrededor de la actividad celulósica.“En Fray Bentos se vendían 30 computadoras por mes y se llegaron a vender 130 durante el boom. Es una buena medida del consumo que hubo en su momento”, dice Cairús.

Sobre el fallo en La Haya hay una sensación ambivalente. Los comerciantes agremiados quieren que se abra el puente, aunque el puente suponga una amenaza por los mejores precios que ofrece el cambio favorable del peso argentino.

Para Cairús la ilegalidad del corte es más lesiva que el atraso cambiario. En todo caso, el “costo Botnia” son las más de 1.000 personas que quedaron ancladas en la ciudad después del fin de la construcción de la planta, obreros de baja calificación que hoy viven en Fray Bentos y buscan trabajo en otros lados.

Según las últimas estadísticas oficiales, Río Negro llegó a tener entre 12 y 14% de desocupación en los últimos dos años, varios puntos porcentuales por encima de la media nacional.

Sandra Dodera, la abogada Pro-Finlandia, dice que es verdad, pero aclara que es una verdad relativa como todas las verdades que refieren a números.

“La gente olvida que aquí había 24% de desocupación antes de la empresa”, responde.

Pocos en Fray Bentos olvidan lo que pasó cuando se fue el Frigorífico Anglo a fines de los años 70. Casi el 40% de la población quedó sin trabajo entonces. Desde 1985 buena parte de la población -empleados del frígorífico y no tanto- recibe un subsidio de bajo costo por parte del Estado.

Fueron años duros, de ocio triste en las esquinas. Botnia vino a hacer un poco de justicia con una comunidad golpeada.

Pero como en todas las transacciones hay cosas que se pueden perder por el camino.

Sandra Dodera sabe que el oro finlandés tendrá un costo para ella: “Gualeguaychú se acabó para mí. No existe más. No volveré a pisarlo en el resto de mi vida”.