UN URUGUAYO DE OTRO PLANETA

Un compatriota dirigió el mayor radiotelescopio del mundo y después de ver el comportamiento de otras galaxias se ha permitido reflexionar sobre la estupidez humana. Señales extraterrestres, la existencia de Dios y Mujica presidente mirados por el ojo entrenado de un hincha de Peñarol, nacido en Pocitos, boricua por obra y gracia de las puestas de sol en el Caribe.

POR ANTONIO ÁLVAREZ, ESPECIAL PARA EL OBSERVADOR

En los últimos días las agencias internacionales de noticias dieron cuenta del premio otorgado por el Instituto Americano de Física correspondiente al año 2010.
El reconocimiento recayó en el astrofísico Daniel Altschuler por su contribución a la divulgación de la ciencia a nivel popular.
Durante esos días Altschuler fue comparado con Carl Sagan y con otros investigadores de primer nivel que decidieron desalambrar las tranqueras del conocimiento y poner a las ciencias en el plano de la realidad circundante.
Casi al pasar, esas notas mencionaban que Altschuler nació en Montevideo en 1944 y añadían como información adicional que durante catorce años el homenajeado fue director de Arecibo, el mayor observatorio astronómico del mundo, más conocido popularmente como “La Oreja de la Tierra”.
Altschuler no es el clásico científico encerrado en su mundo de descubrimientos. Pese a haber dedicado más de 30 años al estudio de otras galaxias, es un intelectual con los pies en la tierra, un pensador enciclopédico que escribe con autoridad y soltura sobre consumo, política y medio ambiente.
Se fue del país en los años 70 pero todavía recuerda con emoción su casa de la calle Jaime Zudañez, los paseos por la Plaza Biarritz y los goles de Peñarol relatados por Heber Pinto.
Muy lejos de la Tribuna América, Altschuler se está preparando para un viaje a Hiroshima y Nagasaki junto a su esposa. Ella irá a un encuentro de escritores y poetas por la paz. A él lo espera una conferencia en el Institute of Space and Astronautical Sciences de Japón. Con el mismo entusiasmo que emprende sus viajes estelares, Daniel Roberto Altschuler respondió a las preguntas de El Observador.

Decime qué cosas te recuerdan Uruguay.
Viví en Pocitos. Insólitamente me acuerdo de la dirección: Jaime Zudáñez 2634. Tomaba el 76 para ir a la escuela y corría mi triciclo en la plaza Biarritz, acompañado de mi abuela Dora. Después vivimos en Carrasco cuando las cosas mejoraron económicamente. Comencé a estudiar en el Crandon y luego me mandaron al Liceo Alemán. Mis padres se divorciaron. Cuando mi viejo se fue de Uruguay para Alemania me fui a vivir con mi vieja en el Prado, en la calle Buschental. De joven me hice socio del club Biguá y jugué Tenis. La preparatoria la hice en el IAVA.

Como buen uruguayo soñabas con ser futbolista ¿De qué cuadro sos hincha?
De Peñarol. Era bastante fanático y tenía un disco con los goles cantados por Heber Pinto, “el relator que televisa con la palabra”. Cuando lo escuchaba me emocionaba muchísimo. El gran Roque Gastón Máspoli era mi ídolo.

¿Cómo nació tu interés por la ciencia?
Me acuerdo que de chiquito compraba cristalería de química y botellitas con yodo y azufre y “jugaba” a ser químico en el baño de casa para “deleite” de mis viejos. En ocasiones generaba humaredas muy preocupantes. Me gustaba la geometría y el análisis matemático. En el liceo, el curso de “Cosmografía” lo daba Conrado Schneider, mi querido profesor quien ciertamente me abrió los ojos hacia el Universo.

Eras bueno en matemáticas, pero tenés inclinaciones literarias. ¿Es una falsa dicotomía lo científico y lo humanístico?
Es una falsa dicotomía teórica aunque en la práctica, por ciertos efectos de selección, muchos científicos no se interesan por las humanidades y muchos humanistas no se interesan ni entienden a la ciencia. Ya C.P. Snow en su famosa disertación sobre “las dos culturas” alertó de que esto era un grave problema “de vida o muerte” según él, y estoy de acuerdo, más cuando los gobiernos están poblados por personas de muy poco conocimiento de la ciencia en tiempos en los cuales la ciencia es fundamental para el futuro de la humanidad.

Te fuiste en Uruguay en los años 70. ¿Cómo era tu vida entonces?
En realidad me fui a Estados Unidos en el 64 para estudiar ingeniería con la idea de regresar y construir puentes metafóricos. Y obtuve un grado en Ingeniería en 1969. Pero luego decidí continuar en Física hasta un doctorado. Cuando me gradué en el 1975 me habían “cambiado el país” y yo también había cambiado. Entonces busqué hacia el sur y llegué hasta Puerto Rico, que con su Universidad y el Observatorio de Arecibo me atraían desde un punto de vista de trabajo profesional.

¿Cómo ves tu país de origen desde lejos? ¿Venís a menudo?
Cuando regreso me lleno de emociones que no sabía estaban allí, especialmente cuando camino por un bosque de eucaliptos. Cada 3 o 4 años trato de dar la vuelta. ¡Y lo que más me da placer es encontrar el mismo teléfono debajo de la escalera del mismo bar de mi juventud!

¿De qué te sirvió ser uruguayo cuando te fuiste al exterior?
Haberme criado en el Uruguay de entonces, con lo que resultó ser una muy buena educación, un país de gente culta y bien formada, y la gran fortuna de un grupo de entrañables amigos que se mantienen como los mejores, me dieron cosas que me sirvieron para defenderme en el mundo y nunca o casi nunca sentirme solo. Aprendí cosas que tienen que ver con principios, cosas que reflejan algo que adquirí y llevo dentro, como “mi autoridad emana de vosotros y cesa ante vuestra presencia soberana”, y “con la verdad no ofendo ni temo” aunque entiendo que la de Artigas es “con libertad no ofendo ni temo”. ¡Gran tragedia resultó el que unos cuantos se olvidaran de estas cosas!

Viviste los años 60 y 70 siendo un joven. ¿Te sorprende que un ex guerrillero sea presidente?
Me sorprendió y cuando ocurrió me dio alegría, me dije que somos, a pesar de ese oscuro y triste episodio histórico, un pueblo claro, que entendió que un ex guerrillero puede ser un patriota que busca el bienestar solidario, que los sentimientos pudieron ser nobles y que esos jóvenes guerrilleros eran de lo mejor que el país había parido. Muy por encima de los cobardes torturadores…

Comenzaste estudiando ingeniería y te pasaste a Física. ¿Por qué cambiaste? ¿Qué te dio la física que la ingeniería no te estaba dando?
Bueno, aunque hay solapamientos, la ingeniería es una especie de ciencia aplicada, y con el tiempo me comencé a interesar más en el por qué de las cosas y no por su utilidad. Quería entender de dónde salían muchas de las reglas y fórmulas aplicadas a la práctica de la ingeniería más que cómo aplicarlas. Eso me llevó a la idea de estudiar Física teórica. Pero luego me interesé por las cosas de grandes escalas del Universo, la Astronomía, y concluí con una tesis trabajando en el Observatorio Nacional de Radioastronomía en Virginia (NRAO) dedicada a la polarización de las ondas de radio provenientes de los cuásares y su variabilidad y así llegué a la radioastronomía.

¿Deberíamos tener más ciencia en los planes de estudio? ¿Para qué?
Claro que sí. Es la materia más importante en todos los sentidos, tanto del punto de vista intelectual como del pragmático. No es tanto el contenido específico de alguna ciencia, sino el temperamento científico, el juicio crítico, las metodologías que permiten discernir lo que es de lo que no es. Eso es fundamental y sin eso volveremos a quemar brujas y herejes.

Leí un comentario tuyo que me atrapó: “La filosofía clásica pierde sentido si uno no le hace caso a la física». ¿Qué quisiste decir con esta frase?
Lo que quiero decir es que cualquier consideración filosófica no puede ignorar el conocimiento que hemos adquirido del mundo y de nosotros. No tiene sentido pretender entender algo acerca de nuestro origen, sin considerar lo que nos dice la evolución biológica, o entender cómo pensamos sin conocer lo que nos dice la neurología del cerebro. Una filosofía que no considere lo que sabemos de las estrellas, de los planetas, de la vida, y de la mente, será una filosofía manca. No es posible separar problemas metafísicos y epistemológicos, de aquello que estamos aprendiendo acerca del funcionamiento del cerebro.

¿Cómo recalaste en el Observatorio de Arecibo?
Yo trabajaba en la Universidad de Puerto Rico (UPR) y realizaba trabajos de investigación con Arecibo. Un buen día me preguntaron si acaso me interesaría pasar un año trabajando con ellos como sub-director, encargado de la programación del telescopio. Al final estuve allí 17 años, 13 como director. Hace unos años volví a UPR.

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¿Somos «Hijos de las estrellas»? ¿Por qué titulaste así tu libro más conocido y tu blog personal? (www.hijosdelasestrellas.com)

Es que si no fuera por las estrellas que producen, a partir de Hidrógeno, todo el resto de los elementos químicos, en particular los que son importantes para la biología, no estaríamos aquí para contarlo.

En muchas notas sobre vos hacen mucho hincapié en que sos un hombre que mira hacia el espacio exterior, pero el fruto de tus investigaciones te lleva a escribir mucho «con los pies en la tierra». ¿Sentís que es una paradoja o es parte de una misma cosa?
Es parte necesaria de la misma cosa. Es necesario tener perspectiva para apreciar lo que realmente pasa aquí. ¡Qué mejor lugar para obtenerla que yéndose a otro planeta y mirar al nuestro desde allí, para darse cuenta de lo ridículo y patético que somos!
De eso se tratan algunos de los temas contenidos en mi último libro: “Extraterrestres, humanos, dioses y estrellas”, editado por Equipo Sirius – Madrid.

PESIMISMO BIEN INFORMADO

Al científico le apena que muchos de sus libros no se conozcan en Uruguay. A propósito de “Extraterrestres…”, Eduardo Galeano escribió en el prólogo una buena reseña del polifacético Altschuler: “El autor es pariente del cielo, por parte del Sol, y pariente de la Tierra, por parte de una celulita anónima que vivió hace tres mil quinientos millones de años. Desde su observatorio astronómico, él mira hacia arriba, hacia abajo y a los costados, y así va espiando los pasos de sus dos familias. En este libro, nos invita a compartir lo que ve. Vale la pena hacerle caso: este científico raro escribe con buena música, letra clara y sentido del humor. Se agradece”.
Esta familiaridad con el espacio exterior le ha servido para practicar un pesimismo militante respecto a futuro de la humanidad del cual hace gala en mucho en sus ensayos públicos.
Sin embargo, ese pesimismo con causa convive con el amor por la vida. Le permite, por ejemplo, disfrutar de una puesta de sol por partida doble: porque sí nomás, por la pura belleza (como a todos) y también porque sabe valorar los principios físicos que están en juego en el horizonte, y que permiten ese momento tan particular de recogimiento.
“Soy pesimista”, dice Altschuler tomándole el gusto a la contradicción, “pero en el último año planté siete árboles en mi casa”.
Él dice poder explicar esta supuesta contradicción existencial: Si, soy pesimista, o realista. O como dijo Benedetti, creo: un pesimista es un optimista bien informado. Pero basta mirar los problemas básicos del planeta y los humanos para darse cuenta que no vamos por buen camino. Por eso justo la importancia de pensar en el camino a seguir con la mente y no con los pies, o con lo que sea que piensan muchos de los políticos que conocemos. Plantar árboles es un acto positivo, optimista, ya que al menos uno piensa que llegará a disfrutar de sus frutos. Bueno, no creo que saber escribir música y teoría musical en algo te quite el disfrute de un concierto, pero en ocasiones lo exalta, cuando algo interesante al oído también te permite entender cómo surge o que hay por detrás. De igual manera, disfruto del arco iris por su belleza pero agregar el conocimiento de lo que es, del porqué del orden de sus colores y las condiciones para que aparezca agrega al disfrute, que efectivamente es por partida doble”.

Yo creo conocer tu respuesta pero te lo tengo que preguntar: ¿Tenés constancia de que exista algún tipo de vida extraterrestre?
ENE –O. ¡No! Y eso que en Arecibo se ha intentado interceptar alguna comunicación extraterrestre. No tuvimos éxito.

¿Es «justo» que estemos solos en el mundo?
Supongo que no se trata de justicia pero sería ridículo y soberbio de nuestra parte, o sea nada nuevo, pensar que este universo no parió nada más. También pensamos que éramos el centro del Universo, el centro de la Galaxia o al menos la galaxia del centro, y cada vez aprendimos que no era así, que no somos el centro de nada, ni especiales para nada. Este “principio de mediocridad” lleva a la idea de que no somos los únicos. Pero es una postura filosófica, podría también pensarse que somos una aberración extrema sin repetición, lo cual nos pondría en una situación aun más trágica de la que ocupamos. Claro que si no estamos solos tampoco estamos ahí al lado de otros, y claro también que los vecinos lejanos se asemejarían a nosotros como nosotros a una silla.

¿Es incompatible la idea de Dios después de ver cómo funciona el universo? ¿O es que la pequeñez nuestra es tan grande que necesitamos depositar lo que no podemos explicar en ese lugar?
Una de las ideas que nos hacen obsoletos -en las palabras de Günther Anders- es la idea de un Dios, o varios, y todos los cuentos de hadas asociados con esta antigua idea. Es entendible que los humanos creyeran estas cosas hace 3000 años, hace 2000, hace mil años, cuando sabíamos tan poco, pero hoy es una idea obsoleta y en general dañina, sin sentido, contradictoria. Menos respetable aun son todos los predicadores, apóstoles y papas que viven de la credulidad de la gente y en nombre de Dios se permiten todo tipo de actos miserables. Dios no nos perdonará nuestra estupidez.

1. UN HOMBRE CULTO

Daniel Altschuler está casado en segundas nupcias con Celia, nacida en Puerto Rico. Entre los dos tienen un hijo y dos hijas mayores de primeros matrimonios. Y además tienen en común además una hija, dos perros y dos gatos.

Hijo de inmigrantes que huyeron del Holocausto, se crió hablando alemán en su casa y español en la calle.

Su doctorado en Física lo completó en la Universidad de Brandeis en Massachussets luego de lo cual hizo estudios posgraduados en la Universidad de Maryland.

En el 1981 fue nombrado catedrático en el Departamento de Física de la Universidad de Puerto Rico, en Río Piedras, y en 1991 fue nombrado director del Observatorio de Arecibo cargo que ocupó hasta el 2003.

Fundó y dirigió la Oficina de Divulgación Científica del Observatorio por tres años. Bajo su dirección se construyó en el Observatorio un museo, que ha sido visitado por más de un millón de personas. En el 2005 fue nombrado presidente de al sección de Ciencias del Ateneo Puertorriqueño. En el 2006 ocupó la cátedra UNESCO del patronato Sur Norte de la Universidad de Valencia.

Su obra “Hijos de las Estrellas“, publicada por Akal (Madrid) y por Cambridge University Press fue traducida a varios idiomas. Es coautor de la obra “Ciencia, Pseudociencia y Educación” escrita junto con Joaquín Medín y Edwin Núñez, publicada en el 2004 (segunda edición 2007) por Ediciones Callejón de Puerto Rico. Su más reciente libro “Mokita en blanco y negro“, editado por Foca (Madrid) ha sido muy bien acogido por la crítica.

En alguno de sus libros el autor se definió así “He estudiado mucho, aprendido alguna que otra cosa y olvidado casi todo, lo que es equivalente a decir que soy culto”

2. JAMES BOND, CUÁSARES Y UN
MONUMENTO A LA CURIOSIDAD

La participación de Altschuler como director del Observatorio de Arecibo (1991-2003) fue decisiva para que el Instituto Americano de Física le diera el premio correspondiente a 2010.
“El Observatorio como instrumento científico es insuperable, un radar planetario único, una sensibilidad también única, resultado del gran tamaño de su reflector primario. Es un monumento a la curiosidad humana”, define el científico uruguayo.
Entre otras curiosidades, el imponente observatorio –de 10.000 pies cuadrados- sirvió no sólo a la ciencia astrofísica, sino también a otro tipo de estrellas: las que viven de Hollywood. Los ingeniosos productores de cine encontraron futurismo real y glamour en la locación portorriqueña.
“En el observatorio se filmaron Goldeneye de la serie Bond y también Contact. Ver la filmación fue tan divertido como observar cómo se seca la pintura de una pared”, ironiza Altschuler.
Entre película y película, trabajó sobre variabilidad de cuásares y núcleos activos de galaxias. Luego se interesó por el hidrógeno neutro.
Curiosamente, el premio del Instituto Americano de Física adquirió más valor afuera que adentro de la comunidad científica. Tuvo más que ver con el instinto popular que con sus consagrados trabajos astronómicos.
Altschuler lo recuerda así: “Cuando me incorporé al Observatorio me di cuenta que era una isla dentro de la isla. Los que trabajaban allí poco interés tenían en la gente, y la gente no entendía mucho de lo que allí pasaba. Así propuse la idea de crear un museo para los visitantes. Al principio los de adentro se opusieron: que cuanto iba a costar, que iba a ser una distracción, que no era nuestra función, etcétera. Al fin y al cabo me nombraron director y hice lo que pensé era correcto y propio. Buscamos fondos externos para sufragar los trabajos que ascendieron a unos tres millones de dólares. Ahora hasta me dan un premio por eso, y los que se opusieron me felicitan…apretando los dientes, claro”.
El resultado de este esfuerzo tiene un resultado mensurable, como le gusta a los científicos: todos los años más de 100.000 visitantes pasan por el auditorio “Angel Ramos” del Centro Nacional de Astronomía e Ionosfera (NAIC)

3. DICCIONARIO ESPAÑOL-GALÁCTICO

HIDRÓGENO NEUTRO. Átomos de hidrógeno en el medio entre las estrellas en las galaxias que por naturaleza emiten radiación que se puede detectar con el instrumento de Arecibo

PÚLSAR. Los pulsares son las tumbas que marcan lo que una vez fue una estrella de gran masa. Al morir en un estallido supernova lo que queda es un centro de altísima densidad en rotación que emite dos haces de radiación. Al girar el pulsar (una estrella de neutrones), al igual que la luz de un faro, recibimos pulsos de radiación, cada fracción de segundo.

CUÁSAR. Es una fuente astronómica de energía electromagnética, incluyendo radiofrecuencias y luz visible. Se cree que son núcleos activos de galaxias jóvenes

4. NO ME VENGAN CON LA ASTROLOGÍA

¿Cómo preguntarle a un astrónomo sobre astrología sin irritarlo? ¿La vida de las personas se rige por el movimiento de los astros?
Altscuhler responde por su propia experiencia con más allá de la atmósfera terrestre:
«Simplemente -dice-no hay forma que pueda haber una “influencia astrológica” sobre nosotros y que pueda hacer una diferencia sobre nuestra personalidad y destino dependiendo de la posición del Sol y los planeta al momento del nacimiento, momento que además no es un momento. En cualquier relación de causa y efecto, si la causa no cambia el efecto tiene que ser el mismo. Todas las estrellas son la misma cosa: gigantescas esferas de gas (mayormente hidrógeno y helio). Difieren unas de las otras en la cantidad de gas – su masa – que determina la luminosidad. De lo anterior podemos concluir que si las estrellas tienen un “efecto astrológico” entonces todas lo tienen, aunque podríamos esperar que para unas fuera más intenso que para otras.
Por otro lado, si tuviéramos un millón de estrellas en un cierto sitio y un millón en otro sitio, de tal forma que estadísticamente no se diferenciaran en nada (del mismo modo que no hay diferencias entre dos grupos de mil personas escogidas al azar de una población), entonces el “efecto astrológico” de los dos grupos de un millón de estrellas debe ser idéntico.
Ahora, ¿Cuál es la diferencia cuando el Sol se encuentra en Tauro o cuando se encuentra en Virgo? La única diferencia es que las millones de estrellas en la dirección de Tauro son otras que las millones en la dirección de Virgo, pero no hay otra diferencia, no difieren en su distribución espacial ni en sus propiedades globales o individuales. Y si no hay una diferencia entonces tampoco pueden tener un “efecto astrológico” que afecte de manera diferente los rasgos de personalidad o el destino de personas que hayan nacido cuando el Sol se encontraba frente a Tauro o frente a Virgo.

Las dos verdades sobre Botnia

Para el principal referente técnico de Gualeguaychú, el bioquímico Carlos Goldaracena, los impactos negativos de Botnia se verán en diez años.

El asesor del gobierno uruguayo, ingeniero Cyro Crocce, dice los niveles de emisión de la planta están 50.000 veces por debajo de los índices permitidos por los estándares internacionales para asegurar la salud de la población, así como la fauna y flora local.

Este es el verdadero debate detrás del conflicto político entre Uruguay y Argentina.

 POR ANTONIO ÁLVAREZ, ESPECIAL PARA EL OBSERVADOR

1. BOTNIA CONTAMINA  

Para la Asamblea Ambiental de Gualeguaychú, los efectos de Botnia (hoy UPM) recién comenzarán a verse en la próxima década, cuando el daño sea permanente e irrecuperable. Lo dice el bioquímico Carlos Goldaracena, principal referente técnico del movimiento social que realiza el corte de ruta en arroyo Verde. Para Goldaracena, los datos de Botnia son concluyentes en cuanto a los vertidos problemáticos. Y destaca tres: 600 kilogramos de nitrógeno, 60 de fósforo y 450 de compuestos orgánicos halogenados. “Los tres afectan seriamente la salud”, dice. El río Uruguay no podría manejar esta carga extra de una pastera con un volumen mayor a la producción de todas las fábricas que existen en Argentina.

“Las 10 plantas que hay en Argentina producen juntas 600.000 toneladas de pasta de celulosa. Botnia produce más de un millón y está anunciando una producción de tres millones anuales para los próximos años”, dice el vocero. «Solo hay cuatro plantas en el mundo como Botnia. El río Uruguay no tiene el volumen para soportarla”, agrega.

Según Goldaracena, el lado argentino resultó especialmente afectado por la ex Botnia. Todos coinciden en que las emisiones atmosféricas llegan a los 60 kilómetros. Gualeguaychú –situada a 27 kilómetros de la costa– y el balneario Ñandubaysal ya sintieron los primeros efectos.

El experto cree que el método Kraft, empleado por Botnia para la fabricación de pasta de celulosa (con dióxido de cloro) es altamente contaminante, especialmente en una locación como Fray Bentos. “Es la primera pastera de este porte que vuelca sus desechos en un río. El Uruguay es un río muy particular, de bajo volumen, que presenta un fenómeno a tener en cuenta: 100 días al año corre hacia el norte, y no hacia el Río de la Plata. O sea, impediría el drenaje de los efluentes hacia el Río de la Plata”.

La asamblea de Gualeguaychú cita como prueba un estudio de la Universidad estatal uruguaya, y la carta abierta de 50 científicos que alertaron sobre los peligros de las pasteras. Goldaracena coincide con estos diagnósticos y agrega que los efectos en el río se verán a partir del quinto año y sobre la salud de las personas en 10 años o más.

Para Gualeguaychú, las autoridades ambientales uruguayas fueron algo más que permisivas con Botnia al habilitar su instalación en el más inconveniente de los cuatro lugares establecidos a priori.

En la versión de los asambleístas, hubo planes de instalar la pastera en Río Negro, Colonia y Rocha.

Goldaracena cree que La Paloma hubiera sido un mejor lugar, pese a que el agua salada necesita de procesos especiales, lo que encarecería la producción. “Es una prueba que las pasteras contaminan y dan mala imagen. El gobierno uruguayo desestimó La Paloma pensando en el turismo de Punta del Este”, sostiene Goldaracena.

La asamblea ambiental no ha podido desarrollar estudios propios sobre las emisiones de Botnia. Se basa en los análisis de la Dinama uruguaya, y en los antecedentes llevados a cabo por la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU). Uno de los principales asesores de Gualeguaychú fue el representante argentino ante CARU, Elías Mata, quien fue gerente de varias pasteras.

El único análisis propio que se pudo desarrollar es el de una mancha aparecida en el río en febrero de 2009. De acuerdo a Goldaracena, además de algas presentaba componentes químicos: nonilfenoles e hidrocarburos. Para el experto eso fue ratificado por un informe de noviembre de 2009 realizado por el Laboratorio de Química de la Universidad de La Plata, que arrojó pruebas de que la planta emite nonilfenol en el río. El nonilfenol es una sustancia prohibida en Europa desde 2005, dado que “está comprobado que en altas dosis puede alterar el sistema hormonal de mamíferos y peces”.

Goldaracena dice que medir parámetros en forma disociada aplazará una toma de conciencia sobre los perjuicios para la salud por parte de la ex planta de Botnia.

Según él, ya existen pruebas de que el río sobre Fray Bentos presenta cinco veces más cantidades de dioxinas y furanos –componentes clorados que en situaciones extremas son causantes de cáncer– que frente a las costas de Concepción del Uruguay.

“Botnia hablaba de cantidades no detectables. No detectables es una afirmación poco científica. No detectable depende del método de medición”, opina el bioquímico.

Dice que el daño comienza a ser irreversible ya que se trata de materiales que “se van bioacumulando”. “Botnia dice que no iba a producir dioxina, pero al mismo tiempo la Dinama le autoriza emisiones de 160 miligramos diarios. Ya se han encontrado estos materiales en sábalos y en otros peces”, explica.

A los asambleístas les preocupa el material particulado –metales pesados, compuestos orgánicos clorados– que llega desde la planta. Las condiciones atmosféricas de la zona indican que 40% de esas emisiones caen sobre la ciudad.

Los episodios de olor se registran una o dos veces por mes y no siempre llegan hasta Gualeguaychú, aunque allí recuerdan el 26 de enero de 2008, cuando unas 500 personas fueron atendidas por los servicios médicos locales por reacciones alérgicas y ardor en las vías respiratorias.

   
Perfil del referente científico

Carlos Goldaracena es bioquímico. Es profesor de la cátedra de Toxicología Aplicada de la Universidad Nacional de Entre Ríos y profesor en la Licenciatura de Gestión Ambiental en la Universidad Autónoma de Entre Ríos.
Es el primer referente técnico de la Asamblea Ciudadana Ambiental de Gualeguaychú. Se incorporó al equipo de trabajo del movimiento poco tiempo antes de que Botnia comenzara a construir la planta en 2005.Goldaracena participó en la recopilación de las pruebas contra Botnia, y realizó estudios de impactos económicos y naturales en la región a causa de la actividad de la pastera.
   
No al control compartido

Goldaracena no cree posible un control ambiental conjunto entre Argentina y Uruguay por la acción de Botnia. “Yo voy a hacer un planteo concreto en las asambleas. No creo que sea la solución si partimos de la base de que la planta va a causar un daño irreparable al río Uruguay y a la vida de todos nosotros. ¿Qué vamos a controlar? ¿Lo malo que se esté haciendo? No quiero que eso pese en mi conciencia”.

¿29 casos de cáncer al año?

Los ambientalistas de Gualeguaychú suelen nombrar seguido al investigador chileno Leonidas Carrasco Letelier, quien trabaja en la Universidad pública uruguaya y es autor de un trabajo que aún hoy es considerado una biblia en Gualeguaychú.
Goldaracena menciona proyecciones realizadas por el bioquímico chileno en base a modelos matemáticos. Según el trabajo, una población de 80.000 habitantes –como Gualeguaychú– podría sufrir 29 casos adicionales de cáncer al año.
El estudio era un ejercicio en un curso de la Facultad de Ciencias. Pero los datos fueron objeto de correcciones por parte del grado cinco de la Facultad de Química, Oscar Ventura. El propio Carrasco reconoció los errores en el rango de algunas variables. Para entonces la información estaba en Internet y las correcciones quedaron sepultadas debajo de anuncios alarmistas.
   
¿Y por casa cómo andamos?

El bioquímico Carlos Goldaracena reconoce que Argentina tiene sus problemas con las pasteras de Misiones que son contaminantes.
“No estamos negando este problema. Pero no podemos mirar estas plantas de pasta de celulosa con los mismos ojos que a Botnia. Estas plantas tiene más de 30 años, y son anteriores a las nuevas tecnologías”, explica Goldaracena.
“Son pasteras de 100.000 toneladas y el Paraná es mucho más caudaloso que el Uruguay. No caben las comparaciones. Es cierto, es un desastre, pero es un desastre distinto al que va a causar Botnia”.
Los agroquímicos son un problema en Entre Ríos y la comunidad mantiene diferencias con la gestión ambiental en el parque industrial de Gualeguaychú.
Óscar Ventura, especialista de la Facultad de Química de la Universidad de la República, denunció que las industrias en Gualeguaychú tienen emisiones 900 veces más grandes que Botnia. Ventura se basó en un informe secreto de “saneamiento de la cuenca del río Gualeguaychú”, del laboratorio de control ambiental de Concepción del Uruguay.
Allí se demuestra que las emisiones de DBO (demanda biológica de oxígeno) de las plantas del parque industrial son 10 veces superiores en masa a las que efectúa la planta de Botnia.

2. BOTNIA NO CONTAMINA

«El río Uruguay ni siquiera registra la actividad de Botnia durante estos dos años y medio. Es como si no hubiera estado ahí”. Las expresiones pertenecen al ingeniero químico Cyro Crocce, principal referente de la Dinama
Crocce estuvo desde el principio en el complejo monitoreo de Botnia, el cual comenzó un año antes de la construcción de la fábrica. Estos datos constituyeron la línea de base sobre la cual se comparan los actuales niveles de emisión.

Estos estudios se realizan on line sobre la base de colocación de sensores en lugares estratégicos como la chimenea, o la entrada del emisor subacuático. Desde allí parte la información compartida a las computadoras de Dinama y de la empresa.

¿Qué se mide? Los estudios involucran el agua superficial y profunda del río Uruguay, que sobre Fray Bentos alcanza los 14 metros. También se analiza la biota terrestre y acuática, las emisiones de aire, del suelo, y se tienen en cuenta los aspectos sociales.

Cada indicador tiene sus períodos de análisis. En la etapa pre-operativa, los análisis de agua se realizaban todos los meses. Ahora las tomas se llevan a cabo cada dos meses. El monitoreo de sedimento es cada cuatro meses y el de biota (fauna y flora) es anual

“Botnia definitivamente no contamina”, asegura Crocce. Pero los asambleístas de Gualeguaychú dicen que Botnia contamina.

En el corte de ruta de arroyo Verde se puede leer un cartel que establece un cóctel que, dicho del modo siguiente, parece mortal.

La versión de Gualeguaychú: “Botnia nos contamina diariamente con 60 kg de fósforo; 86 kg de compuestos clorados; 190 kg de compuestos reducidos de azufre; 430 kg de compuestos orgánicos clorados (dioxinas, furanos, etcétera.); 600 kg de nitrógeno; 924 kg de dióxido de azufre; 1.037 kg de material particulado; 2.000 kg de demanda bioquímica de oxígeno; 2.590 kg de emisiones volátiles; 2.900 kg de sólidos en suspensión; 3.364 kg de óxido de nitrógeno; 4.838.000 kg de gases de efecto invernadero; 43.000 kg de demanda química de oxígeno”.

El asesor de Dinama no parece sorprendido por las cifras.

“Tiene una forma de presentación muy tremendista, pero no lo es. Tendría que chequear las cifras, pero no es un disparate. Se podría presentar una cosa parecida sobre las panaderías de Gualeguaychú o sobre las emisiones de transporte colectivo. No es información falsa, pero induce a error”.

Crocce explica que las cifras no explican nada en sí mismas. Son parámetros de medición que hay que compararlos con los valores permitidos por ley.

“Si me pregunta si hay contaminación, definitivamente no. ¿Hay modificación del medio ambiente? Es obvio que sí. Pero es inmedible. Y aunque fuera medible podría decir que no contamina. Contaminación no es la palabra. La palabra es impacto. Hay parámetros básicos y sobre ellos se mide si el impacto es positivo o negativo”, señala.

Agua a 30 grados. Crocce pone el ejemplo del impacto del fósforo en el río. Gualeguaychú denuncia 60 kilos de fósforo vertidos por Botnia al día, cuando en el río Uruguay pasan por un mismo punto miles de kilos de fósforo. Inclusive la variación puede ser de miles entre una jornada y otra. “El fósforo se usa para los fertilizantes y en algunos pesticidas. Pero no es un tóxico en sí mismo. Es sí un indicador de actividad orgánica”.

Sobre los gases de efecto invernadero, Crocce quiere hacer una precisión: “Botnia tiene bonos de carbono negociables. Es decir, que debe atrapar más gases de los que emite. El dióxido de carbono va a los árboles, los árboles van hacia la planta de Botnia; en Botnia la mitad del árbol es para papel y la otra mitad va a la caldera, desde donde se emite nuevamente como dióxido de carbono”.

Algunas cifras denunciadas están bien, pero se explican solas. Botnia utiliza 1.000 litros por segundo y es correcto, según Dinama. Lo que sucede es que el caudal medio del río Uruguay a esa altura es de 5 millones de litros por segundo. “Y además Botnia usa 1.000 pero devuelve 860. La diferencia se evapora”, agrega.

El técnico de Dinama descarta que la actividad de la fábrica haya matado la flora y fauna circundante. Según él, no es cierto que el calentamiento del agua por acción de la papelera cambie el medio ambiente. Hasta el momento la empresa cumplió los objetivos de no generar temperaturas superiores a los 30 grados centígrados.

Los estudios sobre la salud de la población tomaron en cuenta los fenómenos atmosféricos en la zona (dirección de vientos, radiación solar, etcétera) para analizar lo que iba a pasar cuando hubiera emisiones. Según los últimos estudios, los niveles están muy por debajo del primer umbral de afectación que establece la Organización Mundial de la Salud. Esto supone alergias, rinitis y problemas de salud atribuibles a las emisiones.

Para Dinama la experiencia de Botnia salvó con honores este examen. Los valores de afectación a la salud están 50.000 veces más bajos que los parámetros internacionales, asegura Crocce. Los episodios mensuales de olor tampoco fueron un problema: “En este período no sobrepasaron las 20 horas al año, que era el parámetro que nos habíamos propuesto”.
   
.La verdad y la mutación de los rotíferos

Cyro Crocce es ingeniero químico y participó de las sesiones de La Haya como asesor del estamento técnico de la delegación uruguaya conformada también por un grupo político y diplomático.
Reconoce que cuando era un estudiante nunca imaginó que iba a terminar metido en semejante litigio internacional.

“Para los científicos la verdad es una sola. Pero en los tribunales como La Haya, la verdad es mucho más compleja. Y hasta se admite que el otro haya dicho cosas que no son ciertas para destrabar una situación. Realmente es un aprendizaje”, cuenta.

“Tuve que estudiar de todo, desde geología hasta logística. Y se lo debo a Gualeguaychú”, apunta Crocce con apenas un dejo de ironía.

Cuando le preguntan cuál es su mayor desafío, no pierde el humor. Durante los preparativos para la cumbre, tuvo que meterse de lleno en la apasionante mutación de los rotíferos del río Uruguay. Según Argentina, estos microorganismos eran una prueba contundente de la acción contaminante de Botnia.

 «Hay lugar para una papelera más»  
Crocce, asesor de Dinama, no tiene dudas: hay lugar para una papelera más en el río Uruguay.
“Los estudios se hicieron pensando en dos vertidos, el de Ence y el de Botnia. Por eso es razonable que los estudios estén dando mucho mejor de lo previsto”, explicó el ingeniero.

Crocce se aferra a los estudios que ya se realizaron. En caso de que hubiera nuevos proyectos, Dinama debería reiniciar el ciclo de trabajo que empezó hace seis años cuando comenzaron a solicitarse permisos para la instalación de plantas de celulosa.

“Se estudió la planta de 600.000 toneladas en Mbopicuá y era viable. También lo era la planta de Punta Pereira de un millón de toneladas. Es decir, hay lugar para una planta más en el río Uruguay. Pero si hubiera nuevos emprendimientos, habría que comenzar nuevos estudios”, concluyó.

3. Los datos de UPM-Botnia

Empleados de UPM
En total entran a la planta unas 800 personas por día a brindar un servicio, entre la cadena de producción e ingreso de madera. Se cuentan casi 500 de UPM, Kemira y Andritz que trabajan en producción.
Trabajo en forma indirecta
El empleo generado en forma indirecta comprende a unas 4.000 personas.
Oriundos o de la zona
El 99% de los trabajadores son uruguayos, 78% son del interior y 23% son del departamento de Río Negro.
Responsabilidad social
Los últimos datos de 2009: 54 proyectos llevados adelante, 30.000 personas beneficiadas, 18 proyectos ejecutados en Fray Bentos, 36 proyectos llevados adelante en otras comunidades.
Contribución de Botnia-UPM al PBI uruguayo en estos tres años
Cercano al 2% del PBI.
Control de la empresa por parte de UPM
Desde diciembre de 2009,UPM tiene el 91% de las acciones de UPM Fray Bentos y el 9% pertenece al Grupo Otegui. Asimismo, tiene el 100% de las operaciones de Forestal Oriental

¿Y ahora qué, Gualeguaychú?

 

Por Antonio Alvarez
El martes, mientras se emitían imágenes desde La Haya, conversaba con unos de los más antiguos militantes de Gualeguaychú en Arroyo Verde.
Me contaba que hace unos meses aparecieron muertas miles de mariposas en las afueras de la ciudad. La primera sensación fue la de culpar a Botnia.
Parecía una gran historia para este macondo en el que se ha convertido Arroyo Verde.
Pero como decían los viejos editores de diarios, no dejes que la verdad impida una noticia interesante.
Botnia ha sido culpable de casi todo lo que pasa a ambos lados del puente San Martín.
De hecho, la planta finlandesa es culpable “hasta de los embarazos no deseados de Fray Bentos”, comentó con cierta ironía Sandra Dodera, la principal defensora local de la pasta de celulosa.
Esta semana el ingeniero químico Cyro Crocce de Dinama volvió a contarme la historia de las mariposas muertas en Gualeguaychú como una forma absurda de psicosis ya instalada en Entre Ríos.
Al parecer las mariposas habían muerto por el efecto de los agrotóxicos, pero nunca hubo nuevas versiones de la noticia.
Los portales regionales se enfocaron en nuevos temas y la historia quedó ahí, flotando en el aire irrespirable de estos días en la ruta 136.
El corte de ruta situado en el kilómetro 28 de la ruta 136 es una entidad que está por encima del conflicto. Cuando uno viene desde Gualeguaychú, un cartel oficial institucionaliza la situación: a 5.000 metros corte de ruta.
Arroyo Verde es un estado dentro del estado. Hace varios meses instalaron una barrera de hierro al mejor estilo de una aduana que funciona con las reglas y el criterio según el humor de turno
Esto no se arreglará con empatía y conversaciones diplomáticas. Ni siquiera con el levantamiento del piquete por la fuerza.
No será fácil desanudar el microclima que se ha creado en Gualeguaychú en estos años.
La ciudad está tapada de carteles contra Botnia. Botnia significa piratería, genocidio.
Los niños en las escuelas dibujan la planta física de la pastera como un horrible monstruo. Yo he tenido la oportunidad de ver estos dibujos escolares.
Hace dos años presencié una asamblea ciudadana ambiental integrada jovencitos que no llegaban a los 15 años. Estas reuniones se organizaron pensando que el conflicto trascenderá a las generaciones.
Cuando uno habla con los principales referentes de la protesta entiende que existe un discurso ideológico antiglobalización que ha prendido fuerte en la población.
José Pouler, uno de los dirigentes históricos, cuenta que para él este empuje de las industrias europeas hacia América Latina es comparable al Plan Cóndor, la acción militar coordinada que procreó las dictaduras en los años 70.
No hay esperanzas en el control ambiental conjunto. Pouler no es un hombre que cree  en la ciencia ni en los científicos. Según me ha contado, los científicos no garantizarían jamás el control compartido que necesitaría Botnia. No es un problema de que sean malas personas, me dijo. El problema es que a los científicos “les lavan la cabeza” durante las becas en el extranjero. “Les dicen que las industrias son necesarias”, me dijo en más de una ocasión. “Son beneficios que usufructúan con el financiamiento del gran capital internacional. Después, lógicamente, no los pueden rechazar”.
Muchos de estos razonamientos son compartidos por los principales referentes de Gualeguaychú.
Después del fallo en la corte internacional algunos de los referentes se encuentran en una posición incómoda.
Se preguntan qué van a decir en la asamblea ampliada del 2 de mayo, cuando haya que marcar las posiciones tras esta especie de acuerdo tácito entre los gobiernos de Uruguay y Argentina respecto a que estamos en un “cero a cero y pelota al medio”.
Todo parece indicar que el corte de ruta no será levantado. Se lo pregunté al moderado Pouler, se lo pregunté a Jorge Fritzler, líder del ala más dura. Ninguno de los dos tiene posición tomada. Fueron hasta coincidentes en afirmar que sólo opinarán cuando puedan palpar el clima interno de la asamblea.
Es que así se han manejado las cosas en Gualeguaychú. Sus líderes se dejan llevar por la intuición, por el olfato popular, y no por un análisis de la realidad.
Levantar el corte de ruta puede insumir unas horas del trabajo de una buena cuadrilla de obreros.  Sin embardo, el problema es bastante más complejo.
La pregunta es cómo los entrerrianos restablecerán su vida, su tenso tejido social, cómo se rescribirá la historia para que los más jóvenes puedan seguir adelante sin mirar con recelo lo que pasó.
Uno se pregunta cómo convivirá Gualeguaychú con la derrota.
Pocos ya recuerdan que el movimiento nació de la crisis 2001-2002, y es hijo de tiempos de inestabilidad política y rabia desenfrenada.
Un poco gracias a la indignación colectiva una mariposa aleteó en Entre Ríos y desató una rebelión ciudadana de proporciones.
Ahora que la mariposa está agonizante, no hay a quién culpar.
Las grandes mayorías en Gualeguaychú ya están buscando responsables.
Botnia –el avasallante monstruo global- seguirá humeando en el horizonte

Haya santuario

El corte en la ruta 136 es algo más que un lugar de protesta. Es un santuario, un lugar de reunión, un club de campo. Su levantamiento es tan imposible como que se vaya la planta de celulosa.

 Hoy es el día que tanto habían esperado. Amanece que no es poco en la ruta 136. Allí está el famoso corte de ruta de la Asamblea Ciudadana Ambiental de Gualeguaychú. Todavía no hay casi nadie despierto. Apenas algunos estudiantes del colegio ecologista José María Bértola se desesperezan fuera de las carpas.

Son como 50 floricientas y floricientos, todos con uniforme, todos con sus All Star bañados de barro auténtico del arroyo Verde. Hay muy buen humor después de una larga noche de guiso, caminata nocturna y cantarola.

El liceo Bértola se inauguró en 1991 en homenaje a un prohombre entrerriano. Tiene, como no puede ser de otra manera en Gualeguaychú, una impronta educativa ecologista.

Sus profesores Adriana y José son los encargados de la educación física y de las salidas en campamento. Hay bromas, empujones, abrazos cariñosos.

“Botnia ha sido una gran oportunidad educativa para nosotros”, dice José. “Nos ha permitido hacer una tarea educativa aplicada”.

Seguro que los chicos no olvidarán más esto. Son las 7 y 20 de la mañana y de pronto una sirena se escucha a 100 metros de la construcción de bloques que instaló el corte de ruta, el sueño de casa propia de los piqueteros de Gualeguaychú.

El ruidoso visitante se llama Miguel Pérez y es una de las máximas celebridades del corte de ruta. Cualquiera que haya visto imágenes de las protestas lo reconoce con un mate más grande que su cabeza y un gran corazón pintado en el pecho.

La sirena atropella las primeras horas de vigilia. “No a la papeleras. ¡Mierrrda!!!!”, grita

 Miguel ante el aplauso de los pocos entrerrianos presentes.

Camina con dificultad. Dice que el dolor en la pierna lo ha hecho llorar más que Botnia. Después, saca a relucir su famoso mate palangana, que lo ha convertido en el rey del folclore local. “Aunque usted no lo pueda creer este mate es uruguayo, lo compré en Guaviyú”, explica.

Antes que la pierna lo dejara fuera de servicio Miguel era uno de los tantos que pasaba las noches invernales en la ruta 136. Ahora que el corte se mantiene ininterrumpido desde hace tres años y cinco meses aquellos comienzos le parecen una leyenda urbana.

-¿Qué aprendió en el corte?

-De todo. Pero aprendí mucho de yuyos, de marcela y de carqueja. Soy el consejero oficial y acá hay muchas señoras contentas gracias la carqueja.

-¿Por qué?

-¡Y porque es muy buena para el sexo!. De acá, del corte, se han llevado toneladas- dice y se ríe estruendosamente.

HE DICHO. Como casi todos aquí, Miguel lleva consigo varios carteles: “He dicho no a Botnia”, o el más recurrido por estas horas de tribunales “Haya justicia”.

La música comienza a aceptar que la mañana comenzó y que estamos en la recta final del fallo de la Corte Internacional de la Haya. “Agua limpia, río limpio, ¡no a las papeleras!

El periodista de Canal 13 de Buenos Aires, Julio Bazán, un especialista en denuncias e injusticias, duerme una siesta casi pránica esperando la llegada de los manifestantes.

El corte de ruta tiene 150 metros de extensión. Las dos locaciones más espaciosas son el salón de bloque y un ómnibus abandonado, que es dormitorio y cocina cuando los ánimos de los gualeguaychuenses están desbordados de tanta indignación.

Gerardo Medel es uno de los guardias fijos del piquete. Es alto, tiene unos 55 años mal llevados. Por encima de su atuendo lleva un arrugado robe de chambre azul metalizado que se descuelga de toda la normalidad circundante.

Medel fue veedor de pesca en Entre Ríos y si bien es mendocino de nacimiento vive en Pueblo Belgrano, a cuatro kilómetros de Gualeguaychú.

Para él, se tiene que terminar el conflicto con Botnia de una manera violenta. Y propone una solución: “un buen cuetazo”. “El gran capital internacional se va a ir cuando no tenga ganancias. Hay que atacarlos en la producción”.

Desde el camión de la FM entrerriana Máxima sale música circense que suena a primero a Kusturica y luego a hip hop. Trasmiten en vivo unas rubias hermosas, como salidas de una publicidad de champú.

NO MÁS PAÍS SERIO. A las 10.43 hay rostros felices cuando el traductor informa que Uruguay debió estar autorizado por Argentina para empezar la construcción de la planta y privilegió su normativa local y dejó de lado normas consuetudinarias.

José Pouler, uno de los pocos referentes que está allí, está en el mejor momento en cinco años de Botnia. Al fin una autoridad internacional admite algo que él venía diciendo desde mucho tiempo antes.

“Se acabó la historia de que Uruguay es un país serio”, dice. “Esto es un cambio de rumbo muy importante para el conflicto”.

Pero esta primera mitad feliz deja lugar a salomónicas expresiones sobre la continuidad de la planta. Hay abucheos. Una de las floricientas del colegio profana su  credo ecologista: “uruguayos hijos de puta”, dice entre dientes.

Ya hay unas mil personas en el corte de ruta, decenas de camarógrafos, periodistas, fotógrafos, todos disputándose a los codazos el intenso folclore local.

Son las 12 y cuarto. Ya no importan los votos de los catorce jueces de La Haya.

La reina de Gualeguaychú Evangelina Carrozo está más vestida que nunca, pero acapara todas las miradas. A su explosiva belleza morena se le reclaman comentarios del juicio: “me duele, me duele mucho lo que está pasando”, le dice Evangelina a Crónica TV.

“Lalo” Moreira, uno de los ideólogos de Gualeguaychú, sabía de antemano que el fallo sería adverso: “¿Qué se puede esperar del Tribunal de La Haya, si es un representante del capitalismo internacional de siempre, ese que viene a joder a nuestros países? Nada, absolutamente nada”, dice con amargura.

Por detrás de las cámaras pasa María Rosa Rodríguez, ama de casa, 62 años. Ella se presenta así: “soy la viuda de Aicardi”.

UN SANTUARIO. María Rosa cree que no importaba el fallo. Nadie se irá de este pequeño pueblo o club de campo que se levantó en el kilómetro 28 de la ruta 136.

Rosa porta con ella un retrato del que no se deprende en ningún momento. Le pregunto quién es esa señora. “Se llamaba Nelly Pivas pero le decían la Pachamama. Fue una de las fundadores del movimiento social”.

Según su admiradora, Nelly era una mujer con poderes formidables, bendecida por Dios. Ella besó este suelo y marcó de algún modo el punto de protesta, hoy casi un agitado santuario para los residentes de Gualeguaychú.

Nelly Pivas murió hace ocho meses y pidió a sus colaboradores que tiraran sus cenizas al arroyo Verde en forma simbólica.

“Tiramos un poquito”, dice. “Pero guardamos un poco en una urna y armamos un rincón para ella”.

Después de la pérdida de Nelly, las cenizas de otros cuatro integrantes de la asamblea ambiental fueron esparcidas en este microclima, como si fuera un acto fetiche. El último acto fue la semana pasada, cuando la muerte sorprendió a Juan Guzmano, uno de los serenos del corte de ruta.

María Rosa cree que esta actitud de dejar las cenizas en el aire es algo más que un combate secreto a los olores a coliflor de la planta de celulosa. Es una forma de dejar sentado que el piquete seguirá adelante hasta que Botnia, UPM o como se llame la empresa, deje de estar en el horizonte.

Sobre las 12 y media, todos tienen la certeza de que la mole de 1.500 millones de dólares permanecerá con el permiso del derecho internacional.

Mientras algunos gritan consignas antipapeleras, el líder del sector más duro de la asamblea ciudadana, Jorge Fritzler, va hacia la parte de atrás de su auto, levanta la tapa del maletero y se sienta atrás a hablar por celular buscando un poco de intimidad.

Se le ve cansado y sabe que esto recién acaba de empezar. “Parece que hubo violación pero no hubo embarazo”, comenta Fritzler.

Por detrás se escucha a un grupo de estudiantes gritar a los cuatro vientos lo que La Haya no quiso legitimar en los papeles: “¡Culpables! ¡Culpables!”

Fray Bentos no cree en lágrimas

En Fray Bentos no habrá un acto público para seguir la sentencia final en La Haya. Sólo la Asociación Comercial de Río Negro convocó a sus socios para mirar la tele y luego debatir los efectos del fallo del tribunal internacional.

POR ANTONIO ÁLVAREZ

 Si hay algo en Fray Bentos que no está en tela de juicio es Botnia.

Ahora podrá llamarse UPM Kimmene, pero para todos sigue siendo Botnia.

Botnia es la entidad que le ha dado un sentido a estos restoranes, a estos bancos en las mejores esquinas de la ciudad, a más de 40 nuevas empresas que se han creado en estos tres años, a los nuevos supermercados y los colegios bilingües.

Todo lo demás va y viene. Ya lo saben los fraybentinos desde que hace 30 años los británicos se fueron con el corned beef a otra parte.

Todo lo demás va y viene. La prosperidad, la pobreza, e incluso el chovinismo que se respira del otro lado del río.

Ayer al mediodía el Comité Patriótico de Río Negro recordó el 19 de abril con desfile militar y policial, junto escolares y algunas (pocas) fuerzas vivas.

 En la plaza están todas las autoridades. El intendente, el jefe de Policía, el comandante del cuartel local. La banda militar se esmera tocando “Mi bandera” en  una versión desinflada, casi de supermercado.

Cualquiera hubiera pensado que la reafirmación de la bandera era un justo homenaje a la resistencia fraybentina a los cortes de ruta organizados por Gualeguaychú.

Pero no. La banda se calló, o se cayó, vaya uno a saber, y ahora suena Dire Straits, por extraño que parezca. Le pregunto a Leticia, una joven madre que está con su hijo en el acto si no es significativo este aire solemne a 24 horas del fallo.

“Aquí nadie da bolilla a lo que pase en La Haya. ¿Qué nos pueden decir a nosotros unos señores que usan peluquines y están a 20.000 kilómetros de acá? La verdad, nada”.

En Fray Bentos, Botnia quiere decir solución, una salida económica, algo en lo que ya ni se piensa porque está incorporado al paisaje y a la vida.

Una mayoría silenciosa ha acompañado los tres años del proceso de Botnia casi sin decir nada. Apenas alguna flemática manifestación pública a pedido del intendente, en contraste con las enormes pasiones que despertó la construcción de la planta del otro lado del río.

Botnia dio mucho al producto bruto pero también desató fuertes costuras entre una y otra orilla.

Fray Bentos y Gualeguaychú son una misma etnia, una misma geografía,  un paseo corto inevitable para los fines de semana.

Para Fray bentos, Gualeguaychú suponía los mismos bailes, una televisión compartida, una misma forma de hablar, de entender la vida al costado del río.

Sin embargo, esos árboles genealógicos fueron convertidos en celulosa, y sólidas amistades sólidas terminaron descompuestas por las supuestas amenazas del ácido sulfhídrico.

 

HERIDAS SIN CURA

Nadie cree en Fray Bentos que un fallo internacional vaya a curar esas heridas mañana mismo.

“Van a tener que pasar varias generaciones hasta que podamos ser los que fuimos”, dice Sandra Dodera, la principal defensora de Botnia en la comunidad fraybentina.

¿La recuerdan? Dodera tenía 27 años en 1992 cuando fue la líder de la mayor huelga policial de la historia uruguaya. Dieciocho años después, dejó de ser la esposa de un modesto policía para reinventarse como influyente comunicadora. Desde “La Fraybentina” ha apoyado a Botnia con la voluntad de un talibán, sin medias tintas.

En los últimos años su trabajo también se extendió a la radio y la televisión en el canal 12 local.

Sandra llega sobre las 14 horas para su programa radial en FM Visión. Cualquiera puede verla ya que el estudio tiene un enorme ventanal que da a la calle 18 de julio.

Llega apurada en su viejo Peugeot de los años 80 tapizado de inscripciones políticas.

Dodera, como casi todos los actores pro y anti Botnia, se ha lanzado a la carrera electoral en las municipales. Su lista es la 119 y apoya la reelección del intendente Omar “Tufi” Lafluf.

Afuera la esperan algunos admiradores. Le piden listas. Dodera se disculpa, pero lo único que tiene para ofrecer son libros. Lo que lleva bajo el brazo lleva una dedicatoria de Lafluf: “No sé si decirte Sandra o sobrina…”

Sandra cuenta que ella siempre fue batllista, pero decidió apoyar a Lafluf luego de estos tres años de militancia a favor de Botnia.

“Estoy haciendo una campaña con un  préstamo de 500 dólares. Necesito mil votos para ser edil. Sinceramente no creo que salga”, señala.

El operador de la radio le avisa que sale al aire.

-Hola mis amores!!!- dice Sandra Dodera y empieza su liturgia antipiquetera. Como saben, mañana va a ser un día como cualquier otro. Ellos no se van a ir Arroyo Verde. Acá lo único que se va a saber es si Uruguay violó o no el Tratado del río Uruguay”.

Después, habla de “estos señores” para referirse a José “Pepo” Pouler y Jorge Fritzler a quien ella llama “Trotil” a causa de sus explosivas  amenazas.

“Claro que les hablo a los piqueteros. Yo sé que ellos me escuchan”, explica.

Sandra ha recibido amenazas de muerte desde Gualeguaychú y es el tótem de los asambleístas para referirse al demonio que habita a los fraybentinos.

Los bardos anti Botnia se han ocupado de ella. En Arroyo Verde le han varias dedicado canciones burlonas que han sido hits en las FM locales. Hasta le jaquearon la página web en varias ocasiones, según dice.

En 2003, cuando comenzaron los primeros sondeos de Ence, Dodera decidió crear el Modesa, un movimiento para informar a los fraybentinos sobre el modelo celulósico.

Su militancia le ha generado serias acusaciones de corrupción. Ella es consciente que la consideran una mercenaria al servicio de la empresa.

Sin embargo, dice no haber recibido un peso de ninguna empresa.

Por el contrario, Botnia puso algunos pocos avisos de 1.200 pesos en su página web. Sandra dice que ni  siquiera aceptó la invitación de ir a Finlandia porque tiene pánico a los aviones.

Le pregunto cómo sabe que la planta no va a contaminar. Ella responde: “porque es un emprendimiento serio. Aquí se ha tratado de hacer culpable a Botnia de todo, incluso de los embarazos no deseados de las mujeres de esta ciudad”

Del otro lado de la ciudad y de la vida, la docente Delia Villalba se acuerda de Sandra Dodera. “Esa mujer ha dicho de mí cosas horribles. Hasta que me fui de paseo a Europa con la plata de unos campos que le vendí a Forestal Oriental”, cuenta sonriente.

 Fue candidata a la vicepresidencia por el grupo ultraizquierdista Asamblea popular. Pero sobre todo hoy la profesora de literatura es conocida como la principal aliada local de Gualeguaychú. “Allá me consideran una heroína. Sus líderes siempre me consultan”, dice.

Como casi todo Fray Bentos, Delia tiene familiares que no piensan como ella.

En la presentación del puerto de Mbopicuá de la empresa Ence, Villalba estaba en primera fila gritando detrás de los alambrados de la compañía española.

Cuenta la leyenda que mientras ella despotricaba contra el gran capital internacional, su hijo, el locutor y periodista Daniel Bianchi, presentaba a las autoridades ante la opinión pública. “Y sí, estamos en Uruguay. Somos un pueblo chico. En casa hemos tenido discusiones tremendas, pero siempre con respeto”, asume Delia.

Como casi todos los protagonistas del “debate Botnia”, Delia se ha transformado en importante capital político.

Actualmente es candidata a la Intendencia de Soriano, el lugar donde nació hace 75 años.

Delia nota que después de algunos años de ser una figura polémica, muchos la comienzan a ver como alguien con ideas premonitorias.

“Al principio recibía algunas agresiones verbales, pero nada más. Hoy noto que se me trata con más respeto. A lo mejor porque se dan cuenta que yo decía la verdad”.

UN LEGADO POLÉMICO

El legado de Botnia sigue siendo polémico por más que ha dejado casi 400 empleos muy bien pagos en la zona, y probablemente más de 2.000 puestos en forma indirecta.

El presidente de la Asociación Comercial de Río Negro, Leopoldo Cairús, se fundió con Botnia. El corte de arroyo Verde lo obligó a cerrar su tienda multiservicio en el puente Fray Bentos – Puerto Unzué.

El gobierno apenas subsidió la tercera parte de su deuda, y debió reinventarse como comerciante en negocios rurales para sobrevivir.

Sin embargo cuenta que decenas de comerciantes locales se enriquecieron gracias a Botnia, especialmente en rubros como estaciones de combustible, hotelería y servicios alrededor de la actividad celulósica.“En Fray Bentos se vendían 30 computadoras por mes y se llegaron a vender 130 durante el boom. Es una buena medida del consumo que hubo en su momento”, dice Cairús.

Sobre el fallo en La Haya hay una sensación ambivalente. Los comerciantes agremiados quieren que se abra el puente, aunque el puente suponga una amenaza por los mejores precios que ofrece el cambio favorable del peso argentino.

Para Cairús la ilegalidad del corte es más lesiva que el atraso cambiario. En todo caso, el “costo Botnia” son las más de 1.000 personas que quedaron ancladas en la ciudad después del fin de la construcción de la planta, obreros de baja calificación que hoy viven en Fray Bentos y buscan trabajo en otros lados.

Según las últimas estadísticas oficiales, Río Negro llegó a tener entre 12 y 14% de desocupación en los últimos dos años, varios puntos porcentuales por encima de la media nacional.

Sandra Dodera, la abogada Pro-Finlandia, dice que es verdad, pero aclara que es una verdad relativa como todas las verdades que refieren a números.

“La gente olvida que aquí había 24% de desocupación antes de la empresa”, responde.

Pocos en Fray Bentos olvidan lo que pasó cuando se fue el Frigorífico Anglo a fines de los años 70. Casi el 40% de la población quedó sin trabajo entonces. Desde 1985 buena parte de la población -empleados del frígorífico y no tanto- recibe un subsidio de bajo costo por parte del Estado.

Fueron años duros, de ocio triste en las esquinas. Botnia vino a hacer un poco de justicia con una comunidad golpeada.

Pero como en todas las transacciones hay cosas que se pueden perder por el camino.

Sandra Dodera sabe que el oro finlandés tendrá un costo para ella: “Gualeguaychú se acabó para mí. No existe más. No volveré a pisarlo en el resto de mi vida”.

Campo minado en Valentines

 La explotación minera en el eje de Cerro Chato y Valentines es un cruce de caminos en más de un sentido. Por la triple frontera departamental y por el enfrentamiento entre izquierda y derecha, entre producción nacional y el gran capital extranjero, entre el progreso global y el conservadurismo localista. 

POR ANTONIO ÁLVAREZ

Hace unos tres años algo desmoronó la porfiada rutina de Valentines.

Sus habitantes comenzaron a ver “extranjeros” en el pueblo. .

Algunos golpeaban las palmas y pedían permiso para caminar por los campos.

Otros eran como fantasmas amables.

Se los escuchaba ronronear el portugués y otros idiomas.

Nadie sintió miedo. Todos sabían por qué estaban de visita.

La mayoría de  los lugareños se criaron con la leyenda de los yacimientos de hierro.

En Valentines es cultura popular que si dejan  las ovejas a monte en un día de tormenta al otro día recogen lana chamuscada.

La piedra magnética conduce de tal manera la electricidad que los geólogos bautizaron el óxido de hierro como “valentisenita” en honor al pueblo.

Desde hace más de medio siglo, los habitantes acostumbraron a la omnipresencia del metal bajo los talones.

Primero fueron investigadores del Estado uruguayo en la década de 1950.

Luego llegaron geólogos alemanes en 1976. En ambos casos el dictamen fue concluyente: el negocio era insustentable.

Las dos historias frustradas de explotación de hierro habían terminado por ser casi un irónico pacto de silencio en el pueblo.

Por eso, cuando un tiempo después volvieron a ver a los “gringos” armando unos  galpones nadie dio importancia al asunto.

El productor rural Servando Larrosa es uno de los primeros que vio a la nueva generación de geólogos en la zona.

Fue además uno de los últimos en creer que esto venía en serio. Jamás en su vida había oído hablar de Zamin Ferrous, el gigante corporativo indio que pisó fuerte y espera encontrar en la zona entre 500 millones y 1.200 de toneladas de hierro en el subsuelo.

Hasta ahora las investigaciones relevaron el 40% del territorio y se ha demostrado la existencia de 250 millones de toneladas. Según los geólogos todavía falta lo mejor.

Larrosa está preocupado. Gran parte de sus 800 hectáreas –casi todas dedicadas al ganado- están denunciadas como predio minero. De hecho, tuvo que llevarse los novillos del Cerro Mulero para evitar los efectos que, según él, sufren los animales a consecuencia de las prospecciones. Como los trabajos se desarrollan en turnos de 24 horas por las noches la iluminación del terreno es similar al de un set de cine.

En Valentines hablan sin tapujos de estrés de las vacas, pero se enojan (mucho) cuando en estos días de fama los califican como habitantes de un pueblo fantasma.

Ellos exhiben con orgullo que sus casas están sin llaves las 24 horas y que pueden dejar sus vehículos en marcha sin que nadie piense siquiera en robarlos.

Pero el amor incondicional tiene siempre sus contrapartes.

La vida social no es el fuerte de sus 300 habitantes, casi todos descendientes de familias que están afincadas aquí desde principios del siglo XX.

El Club Social Valentines  pelea con modestia en la Liga de Fútbol de Cerro Chato.

Si uno pone “Valentines and Uruguay” en buscadores de internet apenas aparece la “Estancia Los Plátanos” dedicada al turismo ecológico y unos pocos planos aéreos en Google Maps, probable fruto de las actuales investigaciones aeromagnéticas.

En Valentines no hay días de San Valentín. Apenas hay dos eventos sociales a los que no falta nadie: el clásico raíd hípico y un evento anual de beneficencia

Arjona moriría de hambre en Estación Valentines. La vida cruza mansa por la antigua ruta 7, el mojón que divide el pueblo en dos jurisdicciones distintas.

La propia naturaleza fronteriza de Valentines constituye un desafío a la lógica.

Hay algo gracioso en su siamesa esquizofrenia. Si uno entra al pueblo por la acera izquierda estás en Treinta y Tres, pero si cruzás el cantero central estás en Florida.

El almacén que está del lado floridense se rige por las normas bromatológicas de Florida

El colega de enfrente tributa en Treinta y Tres, y por tanto se rinde al yugo olimareño.

Treinta y Tres tiene alumbrado público y Florida no. El alumbrado del pueblo lo paga la mitad olimareña que paga impuestos.

La parte floridense de la avenida tiene lomos de burro y normas de tránsito diferentes a la calle que se rige por las normas de tránsito de Treinta y Tres.

Lo único que comparten –un logro de años- es el servicio de recolección de basura, como para confirmar que el resto es un juego de roles solo para divertirse.

900 PRODUCTORES

Instalarse en Valentines fue una decisión logística para Zamin Ferrous y también una forma de mantener el bajo perfil para poder trabajar a contrarreloj.

La empresa  tiene varias estaciones de prospección en la zona, algunas a 10 kilómetros del pueblo y otras a más de 40 kilómetros.

El área afectada por los estudios mineros trasciende ampliamente a la localidad. Son más de 110.000 hectáreas en las que se realizarán prospecciones.

Al final la epxlotación no demandará más de 2.000 hectáreas, según la empresa.

En todo caso, este detalle se sabrá después de todos los estudios.

Durante la etapa de mapeo se usaron varias técnicas, entre ellas los vuelos para detección electromagnética. La compañía demarcó unos 21 cuerpos mineralizados. Según estimaciones técnicas hay unos 10 que seguramente valdrá la pena explotar.

De todos ellos, el más grande en superficie tiene 250 hectáreas.

Fuentes de la empresa dijeron que habrá unos 900 productores afectados, cuyos terrenos han sido denunciados para explotación minera.

Actualmente la empresa paga entre 45 y 80 dólares –promedio, según cotización de la tierra- por hectárea ocupada en prospección.

Los propietarios pueden vender o pueden asociarse con la empresa En caso de asociarse al proyecto, el superficiario recibe un canon de 5% sobre la producción en los primeros cinco años, de los cuales 2% son para el Estado. Después del quinto año, el canon   asciende a 8%,  del cual un 3% va al tesoro nacional.

Pero como dijo el presidente José Mujica el proyecto está verde. Hasta ahora 30 propietarios son los que tienen terrenos intervenidos en forma directa por los equipos de geólogos. De ese total de superficiarios, Zamin Ferrous cerró acuerdo con 20.

El country manager de la empresa, Fernando Puntigliano, cree que esta proporción es sintomática del clima de confianza que se vive en la zona.

Aratirí trajo salarios que para la zona son un verdadero milagro: los antiguos peones ganade que se fueron a trabajar en las prospecciones reciben tres veces más salario que antes, de 5.000 a 16.000 pesos de salario mínimo. Si tienen que elegir venderse al hierro indio, lo prefieren toda la vida al trato casi feudal que recibían de los latifundistas locales.

Desde hace varias semanas un grupo de productores se sentó en la mesa de apuestas decidido a cambiar las reglas de juego.

Mientras en Valentincasi nadie se queja, en lel cercano Cerro Chato se organizan para formar un movimiento civil contra la minería a cielo abierto.

Las reuniones de los propietarios trajo apoyos políticos. Así aparecieron por la zona los ex presidenciables Pedro Bordaberry y Luis Alberto Lacalle, y el presidente de la Federación Rural, Octacilio Echenagusía, entre otros.

En principio parecían ser protestas por torpes movimientos de tierra o supuestos atropellos por parte de la empresa a causa de los vacíos legales de la ley minera, conjunto de normas que ambas partes quieren cambiar en el Parlamento.

En los últimos días, el debate cambió de eje y se encamina hacia cuestiones económicas, según dice Julio Gómez, uno de los voceros del grupo de productores.

Como escribano, Gómez cree que la empresa no es transparente. Según él, usa cuatro sociedades anónimas para perpetuarse en los terrenos prospectados. La ley de minería de 1982 permite a la empresa estar dos años en el terreno con opción a uno más.

Fuentes técnicas consultadas dijeron que la norma está pensada para la explotación de oro, pero no para minas de hierro o carbón, actividades en las cuales se necesita un trabajo más intensivo de prospección que podría ir más allá de los seis años.

Para el productor, sin embargo, esta afirmación pretende validar lo ilegal: “Al final Bordaberry parece tener razón cuando dice que esto parece una corruptela procesal”.

 

TERRENOS A VALOR DE HIERRO

Gómez dice representar a más de 300 productores de la zona. Hace 27 años, el escribano se instaló en Cerro Chato a ejercer su profesión. También es productor ganadero y en 2006 adquirió unas 142 hectáreas en la zona denominada “Grupo Uría”.

La operación lo llevó a enterarse sobre la existencia de Zamin Ferrous en forma casual.

Un día de 2007 se le apareció en casa una ejecutiva de la firma india. La mujer, una chilena, le hizo una oferta por los terrenos.

“Primero le dije que no de puro desconfiado. Después de mi di cuenta que tenía razón cuando estudié el tema”, cuenta.

Según informes de los años 70 a los que accedió Gómez, este conjunto de tres cerros es considerado uno de los yacimientos de hierro de mayor porte. Se cree que  hay 50 millones de toneladas de hierro bajo “El Apretado”, “Isabel” y “Aurora”.

El escribano había adquirido el campo para hacerse una casa. Ahora para dejar su propiedad, quiere que le paguen bastante más de los 2.500 dólares por hectárea, la cotización para campos de uso ganadero en la región noreste.

“Vamos a plantear que los datos de las prospecciones sean incluidas en la tasación de las tierras. Estas empresas necesitan el permiso social para funcionar y no se lo daremos hasta que creen un clima de transparencia”, dice Gómez.

“Y lo vamos a hacer con apoyo de la gente. Los ciudadanos tienen que saber que cuando estas empresas se equivocan generan un gran pasivo social. Y el pasivo social genera pasivo tributario, es decir lo terminamos pagando todos por la vía de los impuestos”, agrega.

Según él, “Botnia es un caramelo” frente a los supuestos peligros que proponen minas a cielo abierto y sus pozos de dos kilómetros de ancho por 250 metros de profundidad.

Para Gómez hay situaciones que no dejan de ser tragicómicas. Dice que el cementerio de Cerro Chato está denunciado como campo minero. Obreros de una empresa argentina que trabajaba para Zamin rompieron un mojón de piedra del histórico tratado de 1770 para hacer un asado. La denuncia salió en la prensa local y ya es parte del folclore.

La alta politización es bastante evidente cuando uno conversa con cualquier vecino de la zona. Todos tienen un pariente o amigo entre el centenar de empleados de Zamin. En el staff hay parientes muy cercanos de los productores rurales en rebeldía.

La fractura social en estos casos no sólo atraviesa las familias. Según el escribano Gómez, Cerro Chato vive la paradoja de un gobierno de izquierda que promociona el gran capital extranjero en desmedro de los productores nacionales.

Gómez cree que la estrategia de las banderas cambiadas es una batalla a dar en la opinión pública. “Resulta que los productores rurales somos los malos de la película. ¿Y nuestros gobernantes qué? Me parece que se olvidaron de malinche”, dice con ironía

En su calidad de historiador aficionado dice que no hay que subestimar la cultura cívica de Cerro Chato. “Su historia está llena de epopeyas como la construcción del liceo con plata juntada por la comunidad”

Otro hito local fue el voto femenino. En 1927 votó la primera mujer en un acto electoral uruguayo. La anécdota tiene el condimento de que fue una afrodescendiente y como curiosidad adicional que la mujer había nacido en Brasil.

Al igual que su hermana menor, Valentines, Cerro Chato es una ciudad fronteriza. El monolito que recuerda a la primera mujer sufragante está en la frontera entre Treinta y Tres y Durazno.

La plaza 3 de julio –situada frente al liceo departamental- también la homenajea. En el centro de esa plaza un triángulo metálico sobre base de granito recuerda en sus tres caras el triple límite departamental de la ciudad: Treinta y Tres, Florida y Durazno.

Allí también se confunden las respectivas burocracias departamentales. Cada zona de la ciudad tiene su propios inspectores de tránsito (¡imaginen una guerra de patentes!), sus propios recolectores de residuos, sus propios asistentes sociales, tres comisarías, tres juntas locales, etcétera.

Pero la cosa no termina ahí. OSE está geográficamente en Durazno…pero depende de Melo, Cerro Largo.

El secretario de la Junta de Treinta y Tres, Leandro Araujo, vive en Durazno y el secretario de Durazno Álvaro Álvarez vive del lado de Treinta y Tres.

Araujo se ríe cuando le preguntan sobre estos cruces de caminos en los que interviene la política, la burocracia y casi siempre la casualidad.

Él es de los lugareños que cree muy positivo el debate por el modelo minero.

De algún modo, la inversión sería de un impacto lo suficientemente importante como para sacar la región de sus alambicados límites departamentales.

En Cerro Chato y Valentines las controversias son cosa de todos los días,  calan hondo, se respiran en ese aire metálico que esparce la magnetita por la frontera múltiple

EL CIELO FISURADO

El geólogo Iván Garat fue el primer uruguayo que contrató Zamin Ferrous.

Montó gran parte de las instalaciones en Valentines y fue quien puso a funcionar el metódico know how de las prospecciones.

El nombre Aratirí también tiene algo que ver con su propia experiencia personal.

Recorriendo los campos de la zona vio cómo los rayos caían sobre la roca.

Aratirí quiere decir “fisura del cielo”, la forma poética con que los guaraníes llamaban a los relámpagos.

El bautismo aborigen tuvo que ver con esas primeras confirmaciones de la existencia de los yacimientos de hierro.

Garat cuenta que esa constitución geológica a intervenir tiene 2.700 millones de años.

Cuando habla del proyecto se lo nota muy entusiasmado. Es el sueño del geólogo en un país que hasta hace poco tenía pocas excusas para hacer “alta geología”.

Dice que extraer hierro es un gran desafío. El 85% de los costos operativos de la empresa los ocupan los trabajos de extracción.

Pero también hay que ocuparse de hacer caminería, arreglar alambrados, hacer reservas de agua.

Estamos a diez kilómetros de Valentines. Los obreros trabajan en un cerro de unos 70 metros de altura. Si mañana decidieran explotar una mina ahí el movimiento de tierra mudaría literalmente el cerro a unos 300 metros de ahí, al otro lado de una pequeña cañada.

La perforación está a 200 metros de profundidad. A veces se hace a 100  o 150. El hierro está en todas las capas. Es el trabajo de varios días de excavación las 24 horas del día.

Cuanto antes se descubra hierro, mejor, por una cuestión de costos. Cuanto mas abajo está el material más cuesta subir las piedras, se necesita más combustible y eso hace más difícil la viabilidad de la explotación.

Agrointeligencia

De todas las palabras que pronunció Mujica en su discurso como nuevo presidente hay una que me interesó mucho: agrointeligencia.

El otro día tuve la suerte de poder entender de qué se trata escuchando al nuevo ministro de Ganadería, Tabaré Aguerre.

Uno puede vislumbrar el significado en la suma de las partes, pero no intenten consultar a la Real Academia Española: la palabra es olímpicamente ignorada.

Agrointeligencia no es sólo transferencia de tecnología o la efectiva rotación de cultivos. O hacer negocios rentables. Es un concepto multidimensional que incluye saber qué quiere el mundo de nosotros, investigar mercados, ver quiénes los proveen, adelantarse a las necesidades, saber cómo hacemos para diferenciarnos sin que el precio sea la única variable de la ecuación.

Agrointeligencia es crear un sistema de información para cruzar datos y minimizar riesgos en un mundo dominado por el cambio climático.

Ser agrointeligente es saber hectárea por hectárea cuál es la “usabilidad” de los suelos en los cuatro puntos cardinales del país, qué capacidad hídrica tiene cada campo y tener políticas de riego basada en estrategias y no en dificultades jurídicas.

 Estar en la dimensión agrointeligente supone no atarse a dogmas ideológicos. Es dejar de preocuparse tanto por la concentración de capitales y dedicarse a generar cadenas que aseguren procesos de calidad unificados y transparencia de los precios.

En el otro extremo, lo agrointeligente es crear nuevas herramientas financieras para que las AFAPs puedan comprar tierras, en un país donde los precios se han quintuplicado en los últimos siete años. ¿No sería una buena idea para mitigar la extranjerización?

Cuando uno sondea a los principales referentes del sector, todos se congratulan de la llegada del nuevo ministro, en especial porque tienen la esperanza que lleve a la agropecuaria nacional las ideas que impulso en la Asociación de Cultivadores de Arroz.

Con esta filosofía la gestión de Aguerre logró un precio único del arroz en un sector en el que hay cuatro empresas dominantes y quinientos productores chicos.

Con esta filosofía, el arroz se declaró libre de transgénicos, lo que le permitió al cultivo vender a mejor precio.

Usando marketing como diferencial los arroceros consiguieron una rentabilidad equivalente a haber encontrado una variedad de arroz que produjera 1.500 kilos más por hectárea.

Sin embargo, Aguerre no cree que se pueda llevar el modelo arrocero a todas las áreas.

Ser agrointeligente implica tener estrategias distintas para distintos productos, porque una cosa es arroz y otra maíz, un producto 95% transgénico.

Para el nuevo ministro nos va la vida en ese desafío. Detrás de la estrategia está el concepto de la sustentabilidad y un desarrollo que contemple los intereses de las partes, y no sólo los intereses creados de las élites. El campo debe ser un negocio rentable también para la agricultura familiar y para los trabajadores.

De acuerdo a Aguerre, el modelo agrointeligente es una cosmovisión en la que ganan todas las partes, en las que se complementan las necesidades del otro, en las que cada uno hace lo que mejor sabe hacer y deja en manos de otros lo que se puede hacer a costos más bajos, porque ser agrointeligente es entender que la capacidad industrial ociosa del otro interpela la capacidad de competencia del sector.

El propio ministro es un ejemplo de agrointeligencia. Se recibió de agrónomo en 1980 y se fue a Bella Unión como asesor de Calnu. Al cerrar Calnu a fines de la década decidió quedarse en Tomás Gomensoro.

 Hizo un acuerdo con un productor local. Él necesitaba tierra y el ganadero necesitaba una represa. Aguerre empezó con un tractor y 60 hectáreas arrendadas en un proyecto de rotación de arroz –pasturas.

Hoy el ministro tiene 3.500 hectáreas dedicadas al arroz y al ganado. Como empresario arrocero produce 10.000 kilos por hectárea, una de las productividades más intensivas que se conocen en el país.

Aguerre admite que no todo ha sido tecnología en sus logros. Y sabe que su mayor desafío deberá ir más allá de convencer al país agroexportador -70% del comercio exterior uruguayo- sobre la necesidad de tomar políticas activas contra la inevitable tropicalización del clima.

Es probable que en los próximos encuentros de la Real Academia esté la palabra “agrointeligencia” sobre la mesa de lingüistas y entomólogos del lenguaje.

Mientras ocurre la legitimación, sería bueno empezar por algún lado, por ejemplo incorporando el concepto enunciado por el presidente en todo su significado.

La agrointeligencia trasciende la dimensión agropecuaria, porque implica un cambio cultural de fondo en el país de las chacras.