Hoy es el día D en la mina San José, Copiapó. El debate aquí es la hora en que comenzará el rescate. La utilería y el escenario están prontos. La tecnología ya fue desplegada ayer ante las cámaras. Cada minero saldrá con un uniforme verde que llevará su nombre de un lado y del otro la inscripción de la Asociación Chilena de Seguridad, encargada del operativo. El uniforme parece un mameluco normal pero, según los expertos, posee tecnología especial que absorbe la transpiración del cuerpo a 40 grados. Además, los obreros llevarán una pulsera que medirá on line el pulso cardíaco y la presión arterial. Hay verdaderas posibilidades de que alguno de los mineros sufra un evento cardiovascular. Al menos diez de los mineros tiene problemas de salud que podrían dispararse por el estrés. Lo dijo el jefe de seguridad del rescate Alejandro Pino Uribe en la mañana. Por la tarde su discurso pasó de la preocupación a las declaraciones de fórmula. «No hay ninguna razón para pensar que las cosas van a salir mal», comentó al ser consultado por sus declaraciones de horas antes. Uno se pregunta por qué se esperaron 24 horas más para el rescate si todo estaba pronto desde ayer en la tarde. Esta circunstancia de vida o muerte no siempre está en el primer plano de las noticias. Las razones del rescate deben respetar la multidimensionalidad del episodio de Copiapó. La televisión pelea para que el rescate sea en horario central. ¿Quién querría perderse la facturación y el rating que promete? La presión se hace sentir. Pero hay un protagonista excluyente en la trasmisión y no es ninguno de los 33 mineros. Se trata del presidente Sebastián Piñera, el hombre a quien se atribuye la decisión de poner todo el aparato de Estado en el rescate. La oposición no resiste la tentación de ver en el gesto de Piñera una obvia intención política. El 12 de agosto el ministro de Minería Lawrence Golborne -el más popular del gobierno- anunció que las posiblidades de encontrar con vida a los mineros eran escasas». Sus palabras golpearon duro a los familiares y a todo Chile, que venían padeciendo las consecuencias físicas y psicológicas del terremoto. Pero diez después, Golborne -el más popular de los ministros- tuvo que tragarse sus anuncios. Una sonda subterránea permitió confirmar que había sobrevivientes. El primer mensaje de papel quedó en el bolsillo de Piñera, que se puso al frente del operativo. El papel con la frase «Estamos bien en el refugio los 33» se quedó en sus bolsillos y ya recorrió el mundo con él. Recientemente, hasta el gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, tuvo que leer el dramático mensaje frente a cámaras. Nadie aquí duda que Piñera estará en la primera fila del rescate para darle la mano al primer minero que salga. Su nombre ya está resuelto por el equipo de psicólogos: se trata de Luis Sepúlveda, de 39 años, el presentador de los famosos videos subterráneos. Televisivamente hablando será un momento mágico y Piñera tendría por fin algo para anunciar que no sea una tragedia. Claro, es una maniobra riesgosa. El Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea anunció hace 4 días que el presidente había alcanzado una popularidad del 56% y la consultora Adimark le adjudicó 53%. Esta mañana Copiapó y Caldera, la dos ciudades de referencias de la mina, están repletas de banderas nacionales. Chile agrega a su calendario patrio una nueva fecha, dos días después del 11 de octubre que recuerda los trágicos días de 1973. Llegará al lugar sobre las 20 horas, el mejor momento para las grandes audiencias. Esta noche, Piñera se juega todas las fichas a que no haya un solo muerto en el prime time.