En la escuela 224 de El Pinar, un grupo de padres y alumnos armaron una bicicleta que en realidad es un cargador ecológico para computadoras, que en realidad es un acto de educación ejemplar, que en realidad es un pequeño milagro colectivo.
El plan se llama “Escuelas Sustentables”. La idea era en principio reciclar los pozos negros para generar un sistema de riego de huertas orgánicas.
Es increíble cómo las computadoras cambian la perspectiva de las cosas y hasta la forma de pensar de los alumnos.
Linkeando, igual que en una computadora, un pensamiento lleva a otro, un dato lleva a otro dato, una realidad va llevando a otra realidad.
Como parte de los deberes escolares los niños comenzaron a leer sobre nuevos formas de energía alternativa.
Investigaron la relación entre la energía eléctrica y la mecánica. Cuando empezaron a ver que se podía generar electricidad de nuevas formas, se preguntaron cómo podrían cargar sus computadores sin recurrir a la UTE.
Uno de los padres Javier García, técnico en computación, fue el primero en generarles el desafío. ¿Qué tal si generamos algo a pedal que nos permita generar energía mientras jugamos en la clase?
El problema a solucionar estaba a la vista. La escuela 224 tiene unos 600 alumnos en dos turnos y muy pero muy pocos enchufes.
La comisión de padres se reunió y comenzó el proceso de generar una máquina a tracción humana.
Así se juntaron varios elementos: un asiento de tractor, una bicicleta en desuso, un alternador y batería de un auto abandonado, correa y cables de un lavarropas viejo y la resistencia eléctrica de una cocina.
En general una XO del Plan Ceibal necesita unos 45 minutos de carga.
Los escolares llegaron a la conclusión de que para cargar una computadora necesitaban unas 500 vueltas por minuto, algo imposible si no era con una asistencia mecánica.
Después de algunos intentos, entendieron que necesitaban alternador, batería y una correa para generar los voltios necesarios.
Al pedalear la energía se va acumulando en la batería. Entre juego y juego, colaboran con un sistema sustentable.
Cada paso que dieron en el proceso fue una lección de ciencias, de matemáticas y también de vida.
García cuenta que el encuentro con esa pequeña verdad fue lo suficientemente excitante como para que los niños siguieran recreando nuevos desafíos.
El más inmediato –idea de uno de los alumnos- fue dotar de una caramañola al cargador sustentable. No sea cosa de quedarse sin agua entre pedaleo y pedaleo.
Las fotos de los niños en su nuevo sistema pueden verse en http://www.xosustentable.blogspot.com
Y sí, el Plan Ceibal tiene problemas, como casi todo proyecto de gran alcance.
Hace poco se dio a conocer el número de máquinas que necesitan reparación. Se necesita completar el plan de conectividad y seguir mejorando todavía más los contenidos que se distribuyen en la red.
Por si fuera poco ahora tiene por delante el desafío de su institucionalización más allá de los gobiernos.
En todo caso lo interesante del Ceibal no es sólo la distribución de computadoras.
Ni siquiera el acceso a Internet es lo más resonante.
El factor de mayor impacto del Plan Ceibal es que va a generar ciudadanos más ariscos respecto al discurso oficial.
La esperanza puesta en la brecha digital consiste en generar personas más activas en la solución de los problemas, una deuda pendiente que dejó la escuela post-valeriana en Uruguay.
Los estudiantes de la 224 redoblaron la apuesta después del descubrimiento de la experiencia energético-ambientalista.
Con todo lo aprendido y un montón de nuevos desechos trabajan junto a los padres en la creación de una calesita para el patio de la escuela.
Basándose en los mismos principio físicos, los inventores estiman que el proyecto logrará cargar entre cuatro o cinco computadoras a la vez.
Es un logro mayor tratándose de una verderara serendipia, un evento que mezcla sagacidad y azar en partes casi iguales.
Y todo al mismo precio: generación de energía gratuita mientras s divierten en el recreo.