El karma del fumador

En 1978, el informe Campbell-Johnson quiso transformar al cigarrillo en una herramienta de la selección natural y en un salvador de la economía capitalista.


Por Antonio Álvarez

Hace cuatro décadas la industria tabacalera supo que perdía la pelea.

Que iba a tener que resignarse. Igual que el tipo que fuma.

Tarde o temprano el cuerpo te va a pedir cuentas, como la sociedad suele pedir cuentas a los gobernantes inescrupulosos, a los contaminadores de ríos, a los terroristas que matan civiles inocentes.

El humo estaba comenzando a despejar sus nebulosos beneficios., frente a las certezas científicas que ya comenzaban a golpear al lobby tabacalero con las denuncias por cáncer, enfermedades respiratorias y riesgo cardíaco.

Entonces, la industria puso en marcha una maquinaria financiera para estirar un poco más la lotería del tiempo, igual que los fumadores se someten a los errores de la causalidad para seguir con vida.

Los capitalistas del cigarrillo consultaron a sus creativos. ¿La consigna?: pensar argumentos a favor de la nicotina y el alquitrán.

El resumen de este proceso se puede leer el informe Campbell – Johnson del año 1978, una ingeniería de estrategias montadas por los sofistas corporativos del tabaco.

Sus conclusiones son la prueba de lo maquiavélicos que podemos ser los seres humanos para defender causas que no se pueden detener, ya sea por razones de poder o dinero, o de ambas al mismo tiempo.

Los redactores del documento propusieron soluciones para mitigar aquello que el marketing y los filtros no estaban pudiendo esconder.

En primer lugar, la creación clubes de fumadores –financiados por las marcas- para fomentar la inefable paradoja del tabaquismo responsable, e intentar salir a flote ante la creciente denuncia de la existencia de un fumador pasivo.

Una de las intervenciones sugeridas era promover un código de conducta entre los fumadores con “tono franco y positivo».

Dice el documento: “Tenemos que restaurar la imagen del fumador como una persona extravertida y sociable, y no el ser el neurótico, apestoso y marginal que pintan los antifumadores».

Al mismo tiempo, los publicitarios del tabaco también se inclinaron por medrar con el caos espiritual de la época, asumiendo el cigarrillo como una “droga de relajación”.

Se escribieron así ardientes documentos para defender los poderes del cigarrillo por sobre sustancias como la marihuana, conscientes de la atracción que podría generar el beneficio en una “sociedad estresada”.

Pero aunque parezca increíble, había argumentos más indignantes en el informe Campbell- Johnson.

Algunos de esos planteos son la demostración de que las lecturas equivocadas de Nietzsche y de Charles Darwin no habían acabado con la segunda Guerra Mundial.

El texto plantea una extraña forma de entender el interés público y la supervivencia del sistema capitalista-

«El tabaco –dice el informe- tiene la función social de limitar el número de personas mayores dependientes que la economía debe mantener».

El propio autor del texto reconoce que «obviamente» este argumento «no se puede usar públicamente»-

De todos modos, el creativo desarrolla su estrategia por si alguien no la entendió:

«Con un aumento general de la esperanza de vida, necesitamos algo para que la gente muera. En sustitución de los efectos de la guerra, la pobreza y el hambre, el cáncer, considerado como la enfermedad de los países ricos, desarrollados, tiene un papel que jugar». Esta idea, considerada un «factor psicológico para continuar el gusto de la gente por fumar como algo placentero, aunque sea un hábito peligroso, no debe ser infravalorado».

Actualmente, el informe Campbell está siendo exhibido como una cruel curiosidad ante la sociedad española, que por estos días también discute los alcances de una reglamentación antitabaco.

La persona que fuma ya no lo hace por falta de información.

En todo caso lo hace porque cree que lo peor, la muerte, nunca le pasará a él.

De todos modos sabe que está girando en una gigantesca ruleta rusa, librado a los milagros de la predisposición genética.

El mundo está lleno de personas que han fumado mucho y que alcanzaron la longevidad con buena calidad de vida. Y también hay otro mundo de infortunados que murieron de cáncer o infarto sin haber tocado un cigarro en sus vidas

La verdad científica se renueva cada tantos años. Los gobiernos discuten si el cigarrillo y sus derivaciones son o no un problema de salud pública. Cada país va resolviendo como puede el debate del tabaco. Puede haber o no serios recortes a los espacios para fumadores. Se estimula a dejar el cigarrillo aumentando los impuestos y el precio de venta al público. Las cajillas exhiben serias advertencias para la salud en los envases.

Se trata de un camino de no retorno más allá de juicios contra el Estado de las multinacionales del tabaco.

Son claros e incontrastables mensajes contra el libre albedrío del fumador.

Y en cierto sentido constituye un mensaje kármico para aquellos inspirados mercenarios de Campbell –Johnson que estiraron un poco más la agonía del moribundo.

Fray Bentos no cree en lágrimas

En Fray Bentos no habrá un acto público para seguir la sentencia final en La Haya. Sólo la Asociación Comercial de Río Negro convocó a sus socios para mirar la tele y luego debatir los efectos del fallo del tribunal internacional.

POR ANTONIO ÁLVAREZ

 Si hay algo en Fray Bentos que no está en tela de juicio es Botnia.

Ahora podrá llamarse UPM Kimmene, pero para todos sigue siendo Botnia.

Botnia es la entidad que le ha dado un sentido a estos restoranes, a estos bancos en las mejores esquinas de la ciudad, a más de 40 nuevas empresas que se han creado en estos tres años, a los nuevos supermercados y los colegios bilingües.

Todo lo demás va y viene. Ya lo saben los fraybentinos desde que hace 30 años los británicos se fueron con el corned beef a otra parte.

Todo lo demás va y viene. La prosperidad, la pobreza, e incluso el chovinismo que se respira del otro lado del río.

Ayer al mediodía el Comité Patriótico de Río Negro recordó el 19 de abril con desfile militar y policial, junto escolares y algunas (pocas) fuerzas vivas.

 En la plaza están todas las autoridades. El intendente, el jefe de Policía, el comandante del cuartel local. La banda militar se esmera tocando “Mi bandera” en  una versión desinflada, casi de supermercado.

Cualquiera hubiera pensado que la reafirmación de la bandera era un justo homenaje a la resistencia fraybentina a los cortes de ruta organizados por Gualeguaychú.

Pero no. La banda se calló, o se cayó, vaya uno a saber, y ahora suena Dire Straits, por extraño que parezca. Le pregunto a Leticia, una joven madre que está con su hijo en el acto si no es significativo este aire solemne a 24 horas del fallo.

“Aquí nadie da bolilla a lo que pase en La Haya. ¿Qué nos pueden decir a nosotros unos señores que usan peluquines y están a 20.000 kilómetros de acá? La verdad, nada”.

En Fray Bentos, Botnia quiere decir solución, una salida económica, algo en lo que ya ni se piensa porque está incorporado al paisaje y a la vida.

Una mayoría silenciosa ha acompañado los tres años del proceso de Botnia casi sin decir nada. Apenas alguna flemática manifestación pública a pedido del intendente, en contraste con las enormes pasiones que despertó la construcción de la planta del otro lado del río.

Botnia dio mucho al producto bruto pero también desató fuertes costuras entre una y otra orilla.

Fray Bentos y Gualeguaychú son una misma etnia, una misma geografía,  un paseo corto inevitable para los fines de semana.

Para Fray bentos, Gualeguaychú suponía los mismos bailes, una televisión compartida, una misma forma de hablar, de entender la vida al costado del río.

Sin embargo, esos árboles genealógicos fueron convertidos en celulosa, y sólidas amistades sólidas terminaron descompuestas por las supuestas amenazas del ácido sulfhídrico.

 

HERIDAS SIN CURA

Nadie cree en Fray Bentos que un fallo internacional vaya a curar esas heridas mañana mismo.

“Van a tener que pasar varias generaciones hasta que podamos ser los que fuimos”, dice Sandra Dodera, la principal defensora de Botnia en la comunidad fraybentina.

¿La recuerdan? Dodera tenía 27 años en 1992 cuando fue la líder de la mayor huelga policial de la historia uruguaya. Dieciocho años después, dejó de ser la esposa de un modesto policía para reinventarse como influyente comunicadora. Desde “La Fraybentina” ha apoyado a Botnia con la voluntad de un talibán, sin medias tintas.

En los últimos años su trabajo también se extendió a la radio y la televisión en el canal 12 local.

Sandra llega sobre las 14 horas para su programa radial en FM Visión. Cualquiera puede verla ya que el estudio tiene un enorme ventanal que da a la calle 18 de julio.

Llega apurada en su viejo Peugeot de los años 80 tapizado de inscripciones políticas.

Dodera, como casi todos los actores pro y anti Botnia, se ha lanzado a la carrera electoral en las municipales. Su lista es la 119 y apoya la reelección del intendente Omar “Tufi” Lafluf.

Afuera la esperan algunos admiradores. Le piden listas. Dodera se disculpa, pero lo único que tiene para ofrecer son libros. Lo que lleva bajo el brazo lleva una dedicatoria de Lafluf: “No sé si decirte Sandra o sobrina…”

Sandra cuenta que ella siempre fue batllista, pero decidió apoyar a Lafluf luego de estos tres años de militancia a favor de Botnia.

“Estoy haciendo una campaña con un  préstamo de 500 dólares. Necesito mil votos para ser edil. Sinceramente no creo que salga”, señala.

El operador de la radio le avisa que sale al aire.

-Hola mis amores!!!- dice Sandra Dodera y empieza su liturgia antipiquetera. Como saben, mañana va a ser un día como cualquier otro. Ellos no se van a ir Arroyo Verde. Acá lo único que se va a saber es si Uruguay violó o no el Tratado del río Uruguay”.

Después, habla de “estos señores” para referirse a José “Pepo” Pouler y Jorge Fritzler a quien ella llama “Trotil” a causa de sus explosivas  amenazas.

“Claro que les hablo a los piqueteros. Yo sé que ellos me escuchan”, explica.

Sandra ha recibido amenazas de muerte desde Gualeguaychú y es el tótem de los asambleístas para referirse al demonio que habita a los fraybentinos.

Los bardos anti Botnia se han ocupado de ella. En Arroyo Verde le han varias dedicado canciones burlonas que han sido hits en las FM locales. Hasta le jaquearon la página web en varias ocasiones, según dice.

En 2003, cuando comenzaron los primeros sondeos de Ence, Dodera decidió crear el Modesa, un movimiento para informar a los fraybentinos sobre el modelo celulósico.

Su militancia le ha generado serias acusaciones de corrupción. Ella es consciente que la consideran una mercenaria al servicio de la empresa.

Sin embargo, dice no haber recibido un peso de ninguna empresa.

Por el contrario, Botnia puso algunos pocos avisos de 1.200 pesos en su página web. Sandra dice que ni  siquiera aceptó la invitación de ir a Finlandia porque tiene pánico a los aviones.

Le pregunto cómo sabe que la planta no va a contaminar. Ella responde: “porque es un emprendimiento serio. Aquí se ha tratado de hacer culpable a Botnia de todo, incluso de los embarazos no deseados de las mujeres de esta ciudad”

Del otro lado de la ciudad y de la vida, la docente Delia Villalba se acuerda de Sandra Dodera. “Esa mujer ha dicho de mí cosas horribles. Hasta que me fui de paseo a Europa con la plata de unos campos que le vendí a Forestal Oriental”, cuenta sonriente.

 Fue candidata a la vicepresidencia por el grupo ultraizquierdista Asamblea popular. Pero sobre todo hoy la profesora de literatura es conocida como la principal aliada local de Gualeguaychú. “Allá me consideran una heroína. Sus líderes siempre me consultan”, dice.

Como casi todo Fray Bentos, Delia tiene familiares que no piensan como ella.

En la presentación del puerto de Mbopicuá de la empresa Ence, Villalba estaba en primera fila gritando detrás de los alambrados de la compañía española.

Cuenta la leyenda que mientras ella despotricaba contra el gran capital internacional, su hijo, el locutor y periodista Daniel Bianchi, presentaba a las autoridades ante la opinión pública. “Y sí, estamos en Uruguay. Somos un pueblo chico. En casa hemos tenido discusiones tremendas, pero siempre con respeto”, asume Delia.

Como casi todos los protagonistas del “debate Botnia”, Delia se ha transformado en importante capital político.

Actualmente es candidata a la Intendencia de Soriano, el lugar donde nació hace 75 años.

Delia nota que después de algunos años de ser una figura polémica, muchos la comienzan a ver como alguien con ideas premonitorias.

“Al principio recibía algunas agresiones verbales, pero nada más. Hoy noto que se me trata con más respeto. A lo mejor porque se dan cuenta que yo decía la verdad”.

UN LEGADO POLÉMICO

El legado de Botnia sigue siendo polémico por más que ha dejado casi 400 empleos muy bien pagos en la zona, y probablemente más de 2.000 puestos en forma indirecta.

El presidente de la Asociación Comercial de Río Negro, Leopoldo Cairús, se fundió con Botnia. El corte de arroyo Verde lo obligó a cerrar su tienda multiservicio en el puente Fray Bentos – Puerto Unzué.

El gobierno apenas subsidió la tercera parte de su deuda, y debió reinventarse como comerciante en negocios rurales para sobrevivir.

Sin embargo cuenta que decenas de comerciantes locales se enriquecieron gracias a Botnia, especialmente en rubros como estaciones de combustible, hotelería y servicios alrededor de la actividad celulósica.“En Fray Bentos se vendían 30 computadoras por mes y se llegaron a vender 130 durante el boom. Es una buena medida del consumo que hubo en su momento”, dice Cairús.

Sobre el fallo en La Haya hay una sensación ambivalente. Los comerciantes agremiados quieren que se abra el puente, aunque el puente suponga una amenaza por los mejores precios que ofrece el cambio favorable del peso argentino.

Para Cairús la ilegalidad del corte es más lesiva que el atraso cambiario. En todo caso, el “costo Botnia” son las más de 1.000 personas que quedaron ancladas en la ciudad después del fin de la construcción de la planta, obreros de baja calificación que hoy viven en Fray Bentos y buscan trabajo en otros lados.

Según las últimas estadísticas oficiales, Río Negro llegó a tener entre 12 y 14% de desocupación en los últimos dos años, varios puntos porcentuales por encima de la media nacional.

Sandra Dodera, la abogada Pro-Finlandia, dice que es verdad, pero aclara que es una verdad relativa como todas las verdades que refieren a números.

“La gente olvida que aquí había 24% de desocupación antes de la empresa”, responde.

Pocos en Fray Bentos olvidan lo que pasó cuando se fue el Frigorífico Anglo a fines de los años 70. Casi el 40% de la población quedó sin trabajo entonces. Desde 1985 buena parte de la población -empleados del frígorífico y no tanto- recibe un subsidio de bajo costo por parte del Estado.

Fueron años duros, de ocio triste en las esquinas. Botnia vino a hacer un poco de justicia con una comunidad golpeada.

Pero como en todas las transacciones hay cosas que se pueden perder por el camino.

Sandra Dodera sabe que el oro finlandés tendrá un costo para ella: “Gualeguaychú se acabó para mí. No existe más. No volveré a pisarlo en el resto de mi vida”.

Campo minado en Valentines

 La explotación minera en el eje de Cerro Chato y Valentines es un cruce de caminos en más de un sentido. Por la triple frontera departamental y por el enfrentamiento entre izquierda y derecha, entre producción nacional y el gran capital extranjero, entre el progreso global y el conservadurismo localista. 

POR ANTONIO ÁLVAREZ

Hace unos tres años algo desmoronó la porfiada rutina de Valentines.

Sus habitantes comenzaron a ver “extranjeros” en el pueblo. .

Algunos golpeaban las palmas y pedían permiso para caminar por los campos.

Otros eran como fantasmas amables.

Se los escuchaba ronronear el portugués y otros idiomas.

Nadie sintió miedo. Todos sabían por qué estaban de visita.

La mayoría de  los lugareños se criaron con la leyenda de los yacimientos de hierro.

En Valentines es cultura popular que si dejan  las ovejas a monte en un día de tormenta al otro día recogen lana chamuscada.

La piedra magnética conduce de tal manera la electricidad que los geólogos bautizaron el óxido de hierro como “valentisenita” en honor al pueblo.

Desde hace más de medio siglo, los habitantes acostumbraron a la omnipresencia del metal bajo los talones.

Primero fueron investigadores del Estado uruguayo en la década de 1950.

Luego llegaron geólogos alemanes en 1976. En ambos casos el dictamen fue concluyente: el negocio era insustentable.

Las dos historias frustradas de explotación de hierro habían terminado por ser casi un irónico pacto de silencio en el pueblo.

Por eso, cuando un tiempo después volvieron a ver a los “gringos” armando unos  galpones nadie dio importancia al asunto.

El productor rural Servando Larrosa es uno de los primeros que vio a la nueva generación de geólogos en la zona.

Fue además uno de los últimos en creer que esto venía en serio. Jamás en su vida había oído hablar de Zamin Ferrous, el gigante corporativo indio que pisó fuerte y espera encontrar en la zona entre 500 millones y 1.200 de toneladas de hierro en el subsuelo.

Hasta ahora las investigaciones relevaron el 40% del territorio y se ha demostrado la existencia de 250 millones de toneladas. Según los geólogos todavía falta lo mejor.

Larrosa está preocupado. Gran parte de sus 800 hectáreas –casi todas dedicadas al ganado- están denunciadas como predio minero. De hecho, tuvo que llevarse los novillos del Cerro Mulero para evitar los efectos que, según él, sufren los animales a consecuencia de las prospecciones. Como los trabajos se desarrollan en turnos de 24 horas por las noches la iluminación del terreno es similar al de un set de cine.

En Valentines hablan sin tapujos de estrés de las vacas, pero se enojan (mucho) cuando en estos días de fama los califican como habitantes de un pueblo fantasma.

Ellos exhiben con orgullo que sus casas están sin llaves las 24 horas y que pueden dejar sus vehículos en marcha sin que nadie piense siquiera en robarlos.

Pero el amor incondicional tiene siempre sus contrapartes.

La vida social no es el fuerte de sus 300 habitantes, casi todos descendientes de familias que están afincadas aquí desde principios del siglo XX.

El Club Social Valentines  pelea con modestia en la Liga de Fútbol de Cerro Chato.

Si uno pone “Valentines and Uruguay” en buscadores de internet apenas aparece la “Estancia Los Plátanos” dedicada al turismo ecológico y unos pocos planos aéreos en Google Maps, probable fruto de las actuales investigaciones aeromagnéticas.

En Valentines no hay días de San Valentín. Apenas hay dos eventos sociales a los que no falta nadie: el clásico raíd hípico y un evento anual de beneficencia

Arjona moriría de hambre en Estación Valentines. La vida cruza mansa por la antigua ruta 7, el mojón que divide el pueblo en dos jurisdicciones distintas.

La propia naturaleza fronteriza de Valentines constituye un desafío a la lógica.

Hay algo gracioso en su siamesa esquizofrenia. Si uno entra al pueblo por la acera izquierda estás en Treinta y Tres, pero si cruzás el cantero central estás en Florida.

El almacén que está del lado floridense se rige por las normas bromatológicas de Florida

El colega de enfrente tributa en Treinta y Tres, y por tanto se rinde al yugo olimareño.

Treinta y Tres tiene alumbrado público y Florida no. El alumbrado del pueblo lo paga la mitad olimareña que paga impuestos.

La parte floridense de la avenida tiene lomos de burro y normas de tránsito diferentes a la calle que se rige por las normas de tránsito de Treinta y Tres.

Lo único que comparten –un logro de años- es el servicio de recolección de basura, como para confirmar que el resto es un juego de roles solo para divertirse.

900 PRODUCTORES

Instalarse en Valentines fue una decisión logística para Zamin Ferrous y también una forma de mantener el bajo perfil para poder trabajar a contrarreloj.

La empresa  tiene varias estaciones de prospección en la zona, algunas a 10 kilómetros del pueblo y otras a más de 40 kilómetros.

El área afectada por los estudios mineros trasciende ampliamente a la localidad. Son más de 110.000 hectáreas en las que se realizarán prospecciones.

Al final la epxlotación no demandará más de 2.000 hectáreas, según la empresa.

En todo caso, este detalle se sabrá después de todos los estudios.

Durante la etapa de mapeo se usaron varias técnicas, entre ellas los vuelos para detección electromagnética. La compañía demarcó unos 21 cuerpos mineralizados. Según estimaciones técnicas hay unos 10 que seguramente valdrá la pena explotar.

De todos ellos, el más grande en superficie tiene 250 hectáreas.

Fuentes de la empresa dijeron que habrá unos 900 productores afectados, cuyos terrenos han sido denunciados para explotación minera.

Actualmente la empresa paga entre 45 y 80 dólares –promedio, según cotización de la tierra- por hectárea ocupada en prospección.

Los propietarios pueden vender o pueden asociarse con la empresa En caso de asociarse al proyecto, el superficiario recibe un canon de 5% sobre la producción en los primeros cinco años, de los cuales 2% son para el Estado. Después del quinto año, el canon   asciende a 8%,  del cual un 3% va al tesoro nacional.

Pero como dijo el presidente José Mujica el proyecto está verde. Hasta ahora 30 propietarios son los que tienen terrenos intervenidos en forma directa por los equipos de geólogos. De ese total de superficiarios, Zamin Ferrous cerró acuerdo con 20.

El country manager de la empresa, Fernando Puntigliano, cree que esta proporción es sintomática del clima de confianza que se vive en la zona.

Aratirí trajo salarios que para la zona son un verdadero milagro: los antiguos peones ganade que se fueron a trabajar en las prospecciones reciben tres veces más salario que antes, de 5.000 a 16.000 pesos de salario mínimo. Si tienen que elegir venderse al hierro indio, lo prefieren toda la vida al trato casi feudal que recibían de los latifundistas locales.

Desde hace varias semanas un grupo de productores se sentó en la mesa de apuestas decidido a cambiar las reglas de juego.

Mientras en Valentincasi nadie se queja, en lel cercano Cerro Chato se organizan para formar un movimiento civil contra la minería a cielo abierto.

Las reuniones de los propietarios trajo apoyos políticos. Así aparecieron por la zona los ex presidenciables Pedro Bordaberry y Luis Alberto Lacalle, y el presidente de la Federación Rural, Octacilio Echenagusía, entre otros.

En principio parecían ser protestas por torpes movimientos de tierra o supuestos atropellos por parte de la empresa a causa de los vacíos legales de la ley minera, conjunto de normas que ambas partes quieren cambiar en el Parlamento.

En los últimos días, el debate cambió de eje y se encamina hacia cuestiones económicas, según dice Julio Gómez, uno de los voceros del grupo de productores.

Como escribano, Gómez cree que la empresa no es transparente. Según él, usa cuatro sociedades anónimas para perpetuarse en los terrenos prospectados. La ley de minería de 1982 permite a la empresa estar dos años en el terreno con opción a uno más.

Fuentes técnicas consultadas dijeron que la norma está pensada para la explotación de oro, pero no para minas de hierro o carbón, actividades en las cuales se necesita un trabajo más intensivo de prospección que podría ir más allá de los seis años.

Para el productor, sin embargo, esta afirmación pretende validar lo ilegal: “Al final Bordaberry parece tener razón cuando dice que esto parece una corruptela procesal”.

 

TERRENOS A VALOR DE HIERRO

Gómez dice representar a más de 300 productores de la zona. Hace 27 años, el escribano se instaló en Cerro Chato a ejercer su profesión. También es productor ganadero y en 2006 adquirió unas 142 hectáreas en la zona denominada “Grupo Uría”.

La operación lo llevó a enterarse sobre la existencia de Zamin Ferrous en forma casual.

Un día de 2007 se le apareció en casa una ejecutiva de la firma india. La mujer, una chilena, le hizo una oferta por los terrenos.

“Primero le dije que no de puro desconfiado. Después de mi di cuenta que tenía razón cuando estudié el tema”, cuenta.

Según informes de los años 70 a los que accedió Gómez, este conjunto de tres cerros es considerado uno de los yacimientos de hierro de mayor porte. Se cree que  hay 50 millones de toneladas de hierro bajo “El Apretado”, “Isabel” y “Aurora”.

El escribano había adquirido el campo para hacerse una casa. Ahora para dejar su propiedad, quiere que le paguen bastante más de los 2.500 dólares por hectárea, la cotización para campos de uso ganadero en la región noreste.

“Vamos a plantear que los datos de las prospecciones sean incluidas en la tasación de las tierras. Estas empresas necesitan el permiso social para funcionar y no se lo daremos hasta que creen un clima de transparencia”, dice Gómez.

“Y lo vamos a hacer con apoyo de la gente. Los ciudadanos tienen que saber que cuando estas empresas se equivocan generan un gran pasivo social. Y el pasivo social genera pasivo tributario, es decir lo terminamos pagando todos por la vía de los impuestos”, agrega.

Según él, “Botnia es un caramelo” frente a los supuestos peligros que proponen minas a cielo abierto y sus pozos de dos kilómetros de ancho por 250 metros de profundidad.

Para Gómez hay situaciones que no dejan de ser tragicómicas. Dice que el cementerio de Cerro Chato está denunciado como campo minero. Obreros de una empresa argentina que trabajaba para Zamin rompieron un mojón de piedra del histórico tratado de 1770 para hacer un asado. La denuncia salió en la prensa local y ya es parte del folclore.

La alta politización es bastante evidente cuando uno conversa con cualquier vecino de la zona. Todos tienen un pariente o amigo entre el centenar de empleados de Zamin. En el staff hay parientes muy cercanos de los productores rurales en rebeldía.

La fractura social en estos casos no sólo atraviesa las familias. Según el escribano Gómez, Cerro Chato vive la paradoja de un gobierno de izquierda que promociona el gran capital extranjero en desmedro de los productores nacionales.

Gómez cree que la estrategia de las banderas cambiadas es una batalla a dar en la opinión pública. “Resulta que los productores rurales somos los malos de la película. ¿Y nuestros gobernantes qué? Me parece que se olvidaron de malinche”, dice con ironía

En su calidad de historiador aficionado dice que no hay que subestimar la cultura cívica de Cerro Chato. “Su historia está llena de epopeyas como la construcción del liceo con plata juntada por la comunidad”

Otro hito local fue el voto femenino. En 1927 votó la primera mujer en un acto electoral uruguayo. La anécdota tiene el condimento de que fue una afrodescendiente y como curiosidad adicional que la mujer había nacido en Brasil.

Al igual que su hermana menor, Valentines, Cerro Chato es una ciudad fronteriza. El monolito que recuerda a la primera mujer sufragante está en la frontera entre Treinta y Tres y Durazno.

La plaza 3 de julio –situada frente al liceo departamental- también la homenajea. En el centro de esa plaza un triángulo metálico sobre base de granito recuerda en sus tres caras el triple límite departamental de la ciudad: Treinta y Tres, Florida y Durazno.

Allí también se confunden las respectivas burocracias departamentales. Cada zona de la ciudad tiene su propios inspectores de tránsito (¡imaginen una guerra de patentes!), sus propios recolectores de residuos, sus propios asistentes sociales, tres comisarías, tres juntas locales, etcétera.

Pero la cosa no termina ahí. OSE está geográficamente en Durazno…pero depende de Melo, Cerro Largo.

El secretario de la Junta de Treinta y Tres, Leandro Araujo, vive en Durazno y el secretario de Durazno Álvaro Álvarez vive del lado de Treinta y Tres.

Araujo se ríe cuando le preguntan sobre estos cruces de caminos en los que interviene la política, la burocracia y casi siempre la casualidad.

Él es de los lugareños que cree muy positivo el debate por el modelo minero.

De algún modo, la inversión sería de un impacto lo suficientemente importante como para sacar la región de sus alambicados límites departamentales.

En Cerro Chato y Valentines las controversias son cosa de todos los días,  calan hondo, se respiran en ese aire metálico que esparce la magnetita por la frontera múltiple

EL CIELO FISURADO

El geólogo Iván Garat fue el primer uruguayo que contrató Zamin Ferrous.

Montó gran parte de las instalaciones en Valentines y fue quien puso a funcionar el metódico know how de las prospecciones.

El nombre Aratirí también tiene algo que ver con su propia experiencia personal.

Recorriendo los campos de la zona vio cómo los rayos caían sobre la roca.

Aratirí quiere decir “fisura del cielo”, la forma poética con que los guaraníes llamaban a los relámpagos.

El bautismo aborigen tuvo que ver con esas primeras confirmaciones de la existencia de los yacimientos de hierro.

Garat cuenta que esa constitución geológica a intervenir tiene 2.700 millones de años.

Cuando habla del proyecto se lo nota muy entusiasmado. Es el sueño del geólogo en un país que hasta hace poco tenía pocas excusas para hacer “alta geología”.

Dice que extraer hierro es un gran desafío. El 85% de los costos operativos de la empresa los ocupan los trabajos de extracción.

Pero también hay que ocuparse de hacer caminería, arreglar alambrados, hacer reservas de agua.

Estamos a diez kilómetros de Valentines. Los obreros trabajan en un cerro de unos 70 metros de altura. Si mañana decidieran explotar una mina ahí el movimiento de tierra mudaría literalmente el cerro a unos 300 metros de ahí, al otro lado de una pequeña cañada.

La perforación está a 200 metros de profundidad. A veces se hace a 100  o 150. El hierro está en todas las capas. Es el trabajo de varios días de excavación las 24 horas del día.

Cuanto antes se descubra hierro, mejor, por una cuestión de costos. Cuanto mas abajo está el material más cuesta subir las piedras, se necesita más combustible y eso hace más difícil la viabilidad de la explotación.

La probabilidad inversa puede curar el cáncer

El uruguayo Daniel Gianola es reconocido en el mundo por sus métodos estadísticos de predicción genética. El científico cuenta de qué se trata la teoría de “probabilidad inversa” en vacunos y por qué empieza a aplicarse en diagnósticos de cáncer en seres humanos. Uruguay acaba de homenajearlo con un doctorado honoris causa.

¿Cómo se puede pasar de la vaca a los saltos epistemológicos? ¿Cómo es posible que un sistema de probabilidades usado para saber si un animal dará mejor carne o leche termine siendo un factor de diagnóstico para el tratamiento de cáncer en seres humanos?

El ingeniero agrónomo uruguayo Daniel Gianola (62)une esos dos cabos en sus cuarenta años de trayectoria, un tiempo en el cual fue sumando matemáticas, más genética ganadera, más selección natural, más filosofía de las ciencias, más lo que él llama con mucha misericordia “aprender a aprender”.

Esta amplitud de intereses dejó ver sus síntomas en la reciente visita de Gianola a Montevideo en tres hechos destacados: la difusión de sus aplicaciones en teoría de la “probabilidad inversa”, un doctorado honoris causa otorgado por la Universidad y su crítica visión sobre el corporativismo en la educación terciaria en Uruguay.

Los tres episodios tienen algo en común más allá de Gianola: la construcción de la excelencia como un modo de conocimiento y la necesidad de romper con viejos paradigmas –por ejemplo, las ciencias como compartimientos estancos- que limitan muchas veces la mirada sobre la verdad.

¿Cómo pasar de la vaca a la búsqueda de la verdad?

La pregunta podría tentar a Gianola, un ingeniero agrónomo considerado una eminencia en el mundo de la genética animal.

Radicado en Estados Unidos desde los años 70, es profesor e investigador de la Universidad de Wisconsin. Allí realizó posgrados y el grueso de su investigación, aunque también trabajó en Portugal, Alemania, Dinamarca, Francia, España y Noruega

Sus trabajos más innovadores y originales destacan desde una perspectiva estadístico-genética. Las ecuaciones de Gianola permiten predecir el valor genético de los reproductores y su impacto en las poblaciones vacunas, un asunto en el que hay muchos millones de dólares en juego.

“Siempre tenemos incertidumbres frente a las causas”, explica el científico. Nosotros observamos efectos y nunca sabemos las causas. La probabilidad inversa invierte el proceso, en vez de decir que las causas producen los efectos nos hacemos la pregunta siguiente: ¿qué nos pueden decir los efectos sobre las causas?”.

En principio. la información resulta indispensable para el productor. Conocer el valor genético significa saber con meses y años de anticipación cuáles ejemplares darán más carne y más leche. En suma, cuáles son los animales del corral a los que hay que apostar, y cuáles son desechables.

El asunto roza el concepto de selección natural en un rango filosófico. De algún modo genera la humana curiosidad de saber cuánto pesa la carga genética y cuánto lo aprendido en la supremacía de unos ejemplares sobre otros.

Hoy es posible tener información sobre 50.000 genes de un vacuno. No son necesariamente genes ligados a la producción pero son marcadores relacionados física y estadísticamente a lo genético.

Se trata de un proceso complejo que Gianola y su equipo lograron desmalezar a partir de un método basado en el registro de producción, en la observación de la genealogía de los animales y en la información proveniente de marcadores moleculares masivos.

“Esos tres tipos de información son usados para construir modelos estadísticos con computadoras, supercomputadoras o con técnicas parecidas a las de Google usamos lo que se llama “inteligencia artificial”, una serie de procedimientos matemáticos que nos permiten aprender sobre el estado de la naturaleza sin necesariamente entenderlo”, afirmó.


CÁLCULOS DE SOBREVIDA

Lo neutro de la probabilidad inversa extiende sus redes hacia otros ámbitos.
Las posibilidades son asombrosas para la medicina altamente personalizada, una rama que estableció su principal camino de viabilidad en la información genómica.

Es un asunto tomó alto perfil en los últimos dos años y ha merecido la atención de la agencia reguladora de medicamentos FDA (Food and Drug Agency).

La probabilidad inversa permite optar entre distintos tipos de tratamiento y hasta estimar las posibilidades de sobrevida del paciente en función de esas decisiones.

Un paciente diagnosticado con un cáncer de próstata en estado T2A con una histología de Gleason de 7 y un PCA de biopsia de un 7.8, podría hoy decidir cuál es mejor de los 25 tratamientos que le ofrece el mercado.

El individuo se hace un escaneo y resulta que el cáncer está localizado. La medicina tradicional contaba con la única herramienta de los análisis clínicos, que brinda información sobre el comportamiento promedio de determinados tratamientos.

Con la información molecular hoy es posible desarrollar modelos de predicción para calcular la mejor probabilidad para el paciente, según cada tratamiento, y fundar la decisión sabiendo cuántos años puede estar el sujeto libre de la enfermedad.

Algunas de las posibilidades que ofrecen las ciencias de la vida ya rozan costados más filosóficos, como saber –por ejemplo- en cuáles regiones genómicas ha actuado la selección natural en animales de la misma rama como el orangután y el chimpancé, en qué se parecen y en qué no.

Las posibilidades son importantes en muchos rubros, no sólo en seres humanos y animales. También son aplicables para la agricultura y la forestación, dice Gianola.

Sobre la base de la inferencia inductiva ya no sólo se deciden tratamientos médicos de alta gama o se detectan las razones de la supervivencia del más apto: también se crea software para detectar spams.

¿Y cómo pasamos de la vaca al correo basura?

Es que probabilidad inversa significa la probabilidad de un suceso condicionado por la ocurrencia de otro suceso.

Los expertos en estadística, tan afectos a las certezas, dirán que es un nuevo cisne negro, o una paradoja más del mundo 2.0, o todo eso junto, quién sabe.

 

 
 
BIOGRAFÍA

Daniel Gianola nació en Montevideo el 16 de mayo de 1947. Es casado y padre de dos hijos, también radicados en Estados Unidos. Es hincha de Nacional y todos los años viene a Uruguay a pasar sus vacaciones.
Actualmente es profesor de Mejoramiento Genético del Departamento de Ciencias Animales de la Universidad de Wisconsin – Madison.
Hoy está dedicado 20% a la docencia y 80% a la investigación. Su labor académica ha influido de manera decisiva en el desarrollo mundial de los programas de mejora animal durante los últimos 30 años. Muchos de los métodos que se utilizan hoy de manera rutinaria en los programas de mejora genética animal tienen su origen en el enfoque innovador y original que propuso Gianola, basado en una perspectiva estadística-genética.
Además recibió el premio Mitchell en docencia postgrado en la Universidad de Illinois en el año 1983 y los premios Lush y Rockefeller Prentice en 1989 por excelencia en investigación. En 2007 recibió el premio Alexander von Humboldt de la Fundación Alexander Von Humboldt, Alemania.
El Honoris Causa otorgado por la Facultad de Agronomía es el segundo de toda su historia. No fue el único recibido en el mundo. En 2002 fue distinguido con el Doctorado Honoris Causa en la Universidad Politécnica de Valencia y en 2009 el de la Universidad de Göttingen, Alemania.

Corre por tu vida

Para algunos correr es una forma de socializar. Para otros es una forma de ganar pantorrillas. Y para otros es una forma extraordinaria de no pensar, una forma activa de budismo sin buda, una religión con un sólo mandamiento: salir a correr porque sí, para romper el viento con la cara.

Hace unos meses descubrí las propiedades de salir a correr. Me preparé dos años corriendo en cinta, pero sabía que hacerlo en piso duro –con todo el peso de uno encima- iba a ser una experiencia muy distinta.

 Hasta entonces miré con curiosidad a la gente corriendo por la rambla.

En ese espacio que los urbanistas no se cansan de decir que es el más democrático de la ciudad, los corredores siempre me parecieron una extravagante secta aristocrática.

Miraba con admiración el uso intensivo de un espacio privilegiado. Creía además en el discurso médico de las endorfinas, en el poder alargar tu vida a cada paso.

En mi caso, correr no ha sido una forma de ascenso social ni un objetivo cardiorrespiratorio. 

Fue más una salida terapéutica que una cosmética, un arrebato repetitivo más que una costumbre.

Lo mejor para una cabeza febril es poner el cuerpo en tal nivel de compromiso que sólo deba vivir en el aquí y ahora, en el simple acto de avanzar porque sí, porque no hay otro remedio.

Mi esposa me ve irme y volver todos los días sin comprender demasiado por qué mantengo esta insólita constancia y yo le contesto que corro por desesperación.

Ella cree que bromeo, pero es cierto.

Hablando con gente que practica el aerobismo desde hace más tiempo descubrí que el esfuerzo en espacios abiertos es algo más que un excelente calmante para aspirantes a cameruneses.

Es también una forma notable de management personal. ¿Cuántas veces el viento en contra te obliga a bajar la marcha para llegar a puerto? Mientras uno corre va planeando su recorrido a puro instinto como una hormiga arma su hormiguero.

Correr es además una forma muy nítida de ser humilde, de reconocer el inmenso poder de la naturaleza. El viento a favor y el viento en contra muchas veces es la diferencia entre la agonía y la felicidad momentánea.

Ejercitarte es establecer tus propios límites (otros te pasan como poste y uno termina aceptándolo estoicamente), reconocerte en tus improbables logros y saber que estás más solo que nunca en tu absurda meta de salir y llegar.

 Es que correr por la rambla pone a prueba todas tus convicciones. Uno lo percibe en la mirada compasiva del resto de tus congéneres, en el matero melancólico, en los paseadores de perros, en la pareja que se recién se está conociendo, en el gordo que se despatarra en los bancos de madera a ver el atardecer.

Todos parecen decirte lo mismo. ¿Qué estás haciendo? ¡El tiempo del pase a Italia ya pasó!

Debe ser cierto que se corre como se vive. Algunos trotes son elegantes o engreídos. Y están los freakies multicolores, los combativos a cara de perro, los que economizan movimientos, los que casi caminan, los que casi se arrastran, los voyeurs y los exhibicionistas, los fashionistas de estación y los descoordinados, que de ellos será el reino de los cielos. Verlos aletear el viento es un aliciente para recién iniciados.

Los pesimistas militantes corremos pensando que esa será nuestra última gota de oxígeno. Cada día vuelvo a casa sorprendido porque pude sobrevivir a la experiencia, con la felicidad de los que tienen poco para ganar.
 
Algunas de las más insistentes ideas que he tenido en los últimos tiempos probablemente hayan surgido en esos momentos de soledad.

Cuando el esfuerzo subordina todos tus pensamientos es difícil darse cuenta. Pero al cabo de un tiempo uno sabe que esas decisiones provienen de allí, tienen su firma, guardan la cualidad nacida del esfuerzo al soberano botón.

Para bien o para mal se generaron durante ese paréntesis de 8 kilómetros diarios en los que uno es por un rato un ser adorable, sin repechos ni bajadas, sin ego, ni historia, ni lugar en el mundo.

Un tiempo en el cual uno es uno sin prejuicios ni sentencias penales, uno es uno, en fin, con sus miserables capacidades aeróbicas intactas.